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El precio de la ropa subirá porque su reciclaje será obligatorio

La industria textil estará obligada, desde 2022, a reciclar sus prendas. No podrán destruir ni tirar a la basura aquella ropa que no se venda. A partir del primer trimestre del año que viene, todo lo que se confeccione tendrá que tener una segunda vida, al igual que los envases o el vidrio. La futura Ley de Residuos prohibirá al sector textil destruir los tejidos y obligará a reutilizar la basura textil pagando una ‘ecotasa’ para favorecer su reciclaje y contaminar menos.

Y es que la moda, con sus tendencias efímeras relacionadas con las temporales, es el segundo sector económico que más perjudica al medioambiente, según el ranking de Naciones Unidas. De hecho, un informe reciente deja constancia de que menos del 1% de la producción total de textiles se recicla en ciclo cerrado, es decir, con el mismo uso o similar. Pese a ello, la industria ha escapado hasta el momento de las regulaciones ecológicas y el reciclaje, hasta el momento.

Con la nueva normativa española, «quedará prohibida la destrucción de excedentes no vendidos de productos no perecederos, tales como textiles, juguetes y aparatos eléctricos, entre otros», reza el proyecto de Ley, aún en trámite parlamentario.

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La intención es constituir una entidad que se dedique al reciclaje textil, al estilo de Ecoembes, a través de la figura de la «responsabilidad ampliada del productor (RAP)», que impondría mediante Real Decreto a los productores a realizar un «sistema de depósito, devolución y retorno», y define las partidas de gestión de residuos que deben financiar los productores y los mecanismos de control para los sistemas individuales y colectivos que se creen.

Es decir, que sería la entidad responsable de obligar a pagar la ‘ecotasa’ a quienes contaminen. A la espera de que la ley esté redactada, ya hay algunas entidades, de la industria textil y de la economía social, que están trabajando en su plan de viabilidad para postularse como esta figura.

La ley también prevé un encarecimiento de la ropa, pues las cadenas de moda tendrán la potestad de incrementar ligeramente el precio de sus prendas para poder costear el reciclaje de las que no vendan, reducir levemente su producción, o ambas cosas.

La ley prevé además unos objetivos mínimos de reciclado, por lo que las prendas deberán estar diseñadas siguiendo ciertos criterios que faciliten su reutilización. Entre ellos, por ejemplo, se descarta la posibilidad de mezclar materiales en exceso o llenarlas de abalorios. A nivel europeo también se está trabajando en esta dirección y uno de sus objetivos pasa por crear un etiquetado y certificación comunes para que el consumidor pueda conocer y comparar el grado de sostenibilidad de la ropa que compra.

Solo se recicla el 12% en España

En España, tan solo se recicla un 12,16% de la ropa que se fabrica. País Vasco va a la cabeza del país, pues recicla un 24,9% de estos residuos. No obstante, en comunidades autónomas como Murcia, Canarias, Madrid, Castilla-La Mancha y Extremadura, no se recicla ni siquiera el 10%.

El impacto ambiental de los materiales también es diferente. Un kilogramo de fibra de poliéster -el material más utilizado en el mundo- consume 108 kW por hora, 21 litros de agua y emite 3,3 kilos de dióxido de carbono.

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La poliamida, siendo la menos utilizada, consume 160 kWh y 40 litros de agua. Además emite 8,3 kilos de dióxido de carbono. Destaca, por otra parte, el algodón, la segunda fibra más utilizada en el mundo -27 millones de toneladas anuales – que consume 1.559 litros de agua por un solo kilogramo de fibra.

La industria ya se está preparando para adaptarse a estos profundos cambios. Para ello, la Ley establece un calendario de implantación de nuevas recogidas separadas de residuos para su valorización, además de la ya existente para el papel, los metales, el plástico y el vidrio.

Se amplía así la recogida separada a los biorresiduos domésticos, a partir de 2022 para entidades locales con más de 5.000 habitantes, y a partir de 2024 para el resto de municipios; a los residuos textiles, aceites de cocina usados, residuos domésticos peligrosos y residuos voluminosos a partir de 2025.

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Verónica Pavés

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