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glifosato

El 31% de ríos y lagos de España tiene glifosato, según un estudio

El 31 por ciento de las aguas superficiales españolas tiene glifosato, según denuncia en un informe que analiza los datos de los organismos de cuenca entre 2015 y 2019 Ecologistas en Acción, que recuerda que este compuesto es un herbicida considerado potencialmente cancerígeno por la Agencia Internacional del Cáncer (IARC).

El informe ‘Contaminación por glifosato en el medio acuático’ denuncia que los niveles de glifosato superan en un 22 por ciento el valor límite establecido en la Guía para la Evaluación del Estado de las Aguas de 0,1 kilogramos por metro cúbico y la organización ambiental pide al Gobierno la prohibición de esta sustancia.

Igualmente, su metabolito de degradación, el aminofosfonato ácido aminometilfosfónico (AMPA), cuenta con una presencia del 42 por ciento en aguas superficiales y supera en un 17 por ciento el valor límite establecido de 1,6 kilogramos por metro cúbico.

Lago de Enol, en Picos de Europa. Foto: Pinterest

En cuanto a las aguas subterráneas, la organización señala un 11 por ciento y un 0,3 por ciento de presencia de glifosato y AMPA respectivamente, además de superar en un 7 y en un 0,3 por ciento el valor límite de la Directiva de Aguas Subterráneas.

El informe de la organización revela que debido a los múltiples estudios que aseguran que este plaguicida produce cáncer, si las autoridades regulatorias realizan un análisis completo «sería difícil» no clasificar el glifosato como carcinogénico aunque la Unión Europea lo clasifique solo como «una sustancia tóxica con efectos duraderos para los organismos acuáticos».

Así, la organización pide al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) que retiren la autorización de los plaguicidas con glifosato que se usen en la agricultura y también, que establezca normas de muestreo y análisis de plaguicidas en aguas superficiales y subterráneas para obtener información completa, desagregada por territorios y comparable en cuanto a número de puntos de muestreo y periodicidad de las muestras.

Asimismo, la organización califica de «extremadamente preocupantes» los casos en los que los valores límite establecidos para la concentración de este herbicida es «centenares de veces» superior a los límites legales.

Aplicación de glifosato. Foto: Agencias

El glifosato (N-fosfonometilglicina) es el herbicida más usado en todo el mundo. Por sus múltiples aplicaciones en el control de la maleza, tanto en la agricultura como en el cuidado de jardines o en la propia vía urbana, se ha convertido en el producto fitosanitario más demandado desde los años 90, década en la que se disparó su comercialización. Y, sin embargo, tiene un lado oscuro con cada vez más enemigos.

Debido a que es un herbicida ‘no selectivo’, al ser rociado ataca a cualquier tipo de planta o arbusto sin distinción de especies. Los agricultores suelen emplearlo como un tratamiento previo a la siembra de los cultivos para eliminar las malas hierbas y preparar así la tierra, un trabajo que tradicionalmente tenían que hacer de forma manual arando el suelo.

Por otro lado, se han desarrollado cultivos transgénicos tolerantes a este herbicida, denominados ‘Roundup Ready’ o simplemente RR, que pueden ser asperjados con glifosato estando ya cultivados sin riesgo a que sean dañados. Ocurre, por ejemplo, con la soja o el maíz.

Por su gran capacidad destructora de las plantas, el glifosato ha sido empleado incluso en la lucha contra el tráfico de drogas en Colombia, precisamente para atacar los cultivos ilegales de coca, de donde se extrae la cocaína.

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