Verde y Azul

Proponen cambiar las técnicas para evitar inundaciones peligrosas

Las riadas en Alemania y Países Bajos del pasado mes de julio que dejaron más de 170 personas fallecidas han supuesto un toque de atención sobre los riesgos de inundación en Europa. Estos fenómenos son el desastre natural que más muertes provoca en España: más de 1.600 fallecidos en los últimos sesenta años y tres cuartas partes de las pérdidas económicas por grandes inundaciones.

La inmensa mayoría de las inundaciones no pueden evitarse, ni las provocadas por el desbordamiento de los ríos ni las pluviales, causadas cuando la lluvia es tan intensa que supera la capacidad de infiltración del suelo. Lo que sí puede hacerse es disminuir o minimizar sus efectos catastróficos.

Eso es exactamente lo que proponen dos investigadores, Jorge Olcina Cantos, catedrático de Geografía la Universidad de Alicante, y Andrés Díez Herrero, investigador del Instituto Geológico y Minero de España, IGME-CSIC, en un artículo publicado recientemente por la revista internacional The Cartographic Journal.

El trabajo, titulado Technical Evolution of Flood Maps Through Spanish Experience in the European Framework, es una revisión de la evolución histórica de los mapas de inundaciones en España en el contexto europeo y, sobre todo, una serie de propuestas para mejorar la calidad de estos mapas y reducir los efectos dramáticos de las inundaciones tanto sobre la vida de las personas como sobre la economía.

Inundación en la provincia de Alicante. Foto: Axel Álvarez

«Los mapas de inundaciones –explica Andrés Díez Herrero- eran simples relatos de calamidades en las edades medieval y moderna en los que se señalaba qué zonas se habían inundado y cuáles habían sido las consecuencias. En la época contemporánea han pasado a ser mapas de peligrosidad, es decir, muestran qué zonas y con qué probabilidad pueden inundarse”, señalan los autores.

Cambios en la cartografía de zonas inundables

“Pero incluso los mapas actuales de riesgo adolecen de algunos fallos. Lo que nosotros planteamos en el artículo es una serie de cambios e incorporaciones a los mapas de inundaciones para que sean mucho más útiles a la hora de disminuir las catástrofes», afirman.

Los investigadores proponen ocho puntos sobre los que actuar para mejorar el uso de estos mapas. Entre esos ocho puntos, el primero es cambiar uno de los conceptos clave de los mapas de inundaciones españoles: el periodo de retorno. Los mapas actuales se dibujan con las zonas inundables y los daños que se pueden producir con periodos de retorno de 10, 50, 100 y 500 años.

«Este concepto debería superarse –asegura Díez Herrero- porque hay elementos, como la vida humana, a los que no deberíamos someter al juego de probabilidades y la estadística, sino a observaciones objetivas. Las viviendas, establecimientos o industrias deberían construirse en sitios absolutamente seguros, en sitios que nunca se vayan a inundar».

Por eso, los investigadores proponen que se descarten los periodos de retorno y los mapas señalen realmente qué zonas se han inundado en cualquier momento del pasado, y, por lo tanto, pueden volver a inundarse, aunque la probabilidad sea pequeña, y qué zonas no se han inundado nunca.

Foto: Axel Álvarez

«En geología, -afirma Andrés Díez Herrero- tenemos la perspectiva en el tiempo más allá de los últimos cien años que hay de datos de caudales, más allá de los últimos 1.000 años que tenemos de datos documentales en los archivos, puesto que contamos con registros sedimentarios de los ríos de los últimos miles y decenas de miles de años».

El artículo plantea también la necesidad de incorporar a los mapas las inundaciones provocadas por las lluvias intensas (inundaciones pluviales), que ahora no aparecen.

Como ha demostrado lo ocurrido el pasado mes de julio en Alemania y Países Bajos cuando las intensas lluvias provocaron más de 170 muertes y decenas de millones de euros de pérdidas, las inundaciones pluviales pueden ser tanto o más catastróficas que las causadas por la simple crecida fluvial.

Y también la necesidad de incluir en estos mapas el papel de los sedimentos arrastrados por los ríos, agravando su peligrosidad y daños, que tampoco aparecen en los actuales. Los daños causados por las riadas se deben, en una buena parte, a las rocas, lodos y fangos y árboles además del agua.

«En el IGME –explica Díez Herrero- disponemos de modelos numéricos que simulan cuánto es capaz de erosionar y cuánto es capaz de arrastrar una corriente de agua y dónde va a depositar tanto limos y gravas como árboles».

Lo que resulta imprescindible, señala Olcina, es que estos mapas tengan utilidad en los procesos de planificación territorial. La legislación del suelo obliga a incorporar mapas de riesgo en los procesos territoriales, pero debe llevarse un control de calidad de estas cartografías por parte de los gobiernos municipales y los organismos autonómicos encargados de la ordenación del territorio.

Estos mapas deben estar hechos a la escala adecuada y con el nivel de detalle que permita minimizar los daños en caso de inundación y, sobre todo, salvaguardar la vida humana en todo momento.

Tener en cuenta el cambio climático

También señalan los científicos la necesidad de incorporar a los mapas los escenarios de las consecuencias del cambio climático. Los mapas de las zonas inundables actuales están calculados como si ni existiera cambio climático, con los daños calculados para las frecuencias de las lluvias de los años pasados, no las que plantean los modelos para los distintos escenarios que se esperan debido al calentamiento global.

Foto: Axel Álvarez

Olcina y Díez señalan en su artículo que es necesario contemplar qué aumento o disminución de caudales y zonas inundables supone lo que dicen esos modelos y escenarios futuros.

Los informes sobre cambio climático, incluido el sexto informe del IPCC hecho público la semana pasada, insisten en que el calentamiento global está incrementando los fenómenos extremos, entre ellos las inundaciones.

Se trata este de un fenómeno natural catastrófico para nuestro país y el que más muertes causa. Según datos de Protección Civil de 2018, en España las inundaciones habían provocado la muerte de más de 1.600 personas desde 1962; entre ellas las 87 víctimas de la riada del camping Las Nieves de Biescas, del que se cumple el 25º aniversario este año.

Y las estadísticas del Consorcio de Compensación de Seguros indican que tres cuartas partes de las indemnizaciones económicas por riesgos extraordinarios en nuestro país se asocian a las inundaciones.

Estudio de referencia: https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00087041.2021.1930678?journalCode=ycaj20

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