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La población de oso pardo en el Pirineo ya es de 64 ejemplares

Los 330 ejemplares de oso pardo que habitan en la cordillera Cantábrica se suman a los 64 que están oficialmente contabilizados en el Pirineo, según los últimos recuentos realizados. Estas cifras demuestran que la especie, pese a seguir estando muy amenazada en España, va emprendiendo una lenta senda de recuperación.

La población de osos en el Pirineo alcanzó el año pasado los 64 ejemplares, según pudo constatar el Grupo de Seguimiento Transfronterizo del Oso Pardo en los Pirineos (GSTOP) en sus actuaciones de seguimiento y conservación.

El Departamento de Territorio de la Generalitat de Catalunya indicó este miércoles que se contabilizaron 29 hembras, 29 machos y 6 ejemplares cuyo sexo no ha podido ser determinado y, de ellos, 35 son adultos, 13 subadultos y 16 cachorros.

La cifra corresponde al número mínimo de osos detectados en un año determinado en una zona geográfica de 8.200 kilómetros cuadrados y se revisa cada año, por lo que en 2021 se volverá a revisar esta cifra inicial.

En cuanto al número de nacimientos, se han registrado dieciséis nuevas crías de nueve hembras diferentes, la cifra más alta contabilizada hasta el momento, aunque desde 1996 a 2020 han nacido 98 crías de 54 gestaciones.

Las hembras que han dado a luz durante los últimos meses han sido Fosca (1), Caramellita (3), Plume (1), Bambou (2), Nheu (1), Callista (1), Chataigne (3), Gaia (2) y Aran (2).

Paralelamente, se han localizado dos ejemplares que se había dado como desaparecidos, al no detectarse en 2018 y 2019.

En el conjunto de Cataluña, durante el año pasado se localizaron 625 indicios de osos, de los que 203 son contactos fotográficos y de vídeo y 244 son muestras de pelo.

Los 64 ejemplares contabilizados en el Pirineo se suman a los 330 que, según las más recientes estimaciones, hay en la Cordillera Cantábrica, lo que sitúa la especie en alrededor de 400 ejemplares en el conjunto del país.

Plan de recuperación en el Cantábrico

Por otra parte, los científicos han lanzado la voz de alarma: el cambio climático afectará al oso pardo. Lo hará –ya lo está haciendo– especialmente en su hibernación, que tenderá a reducirse por el incremento de las temperaturas.

Pero también está impactando en la producción de frutos silvestres de los que se alimenta la especie, algunos de las cuales, como el arándano, ya presentan en los últimos años cosechas irregulares.

Todas estas circunstancias auguran que en los próximos años habrá un mayor movimiento de osos durante los inviernos, lo que puede generar interacciones con la caza y otras actividades recreativas y deportivas en auge que se desarrollan en la montaña.

Ejemplar de oso pardo en la Península Ibérica. Foto: Fundación Oso Pardo

Abordar estos dos problemas es vital para el futuro de este emblemático animal, en peligro de extinción, según el Catálogo Español de Especies Amenazadas.

De la convicción de que  hay que actuar de inmediato ha surgido el proyecto ‘Osos con Futuro’, cofinanciado por el programa europeo LIFE, que se aplicará en ocho espacios españoles de la Red Natura 2000.

Por un lado, el programa se desarrollará en los espacios de Peña Ubiña, Caldoveiro, Montovo-La Mesa, Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias y Somiedo, en Asturias, y en el Alto Sil y la sierra de los Ancares, en León, donde se asienta la subpoblación cantábrica occidental. Por otro lado, el programa se aplicará también en la Montaña Palentina, área que acoge a la subpoblación oriental.

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Joan Lluís Ferrer

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