Un grupo de científicos ha descubierto cómo las abejas utilizan las feromonas para transmitir mensajes concretos entre los miembros de una colonia. Aunque otros insectos usan esta sustancia con el mismo fin, en el caso de las abejas son ellas mismas las que dirigen activamente dicha señal.
La vida en una colmena se basa en la más estricta jerarquía: la reina se dedica con exclusividad a la procreación para asegurar la continuidad de su estirpe, los zánganos ejercen su papel como elemento masculino en la reproducción y las obreras se dedican al resto de tareas, desde la protección de la colmena hasta la recolección de néctar para fabricar la miel.
Por tanto, la vida de las abejas está esquematizada, todos los miembros conocen su papel para con la comunidad… pero, para que todo eso funcione, la comunicación es un elemento esencial. Y, aunque al ojo humano pudiera parecer que estos polinizadores campan a sus anchas y van de flor en flor en la más absoluta soledad y aislamiento, lo cierto es que mantienen una intensa conversación con el resto de las abejas, en especial, con la reina, a pesar de estar a una gran distancia.
Esta hazaña comunicativa se fundamenta en las feromonas liberadas por la reina para guiar a sus obreras de vuelta a casa; unas moléculas pequeñas y olorosas que captan las abejas cercanas y que se encargan de reproducir para que lleguen a aquellos que están más lejos.
Como un ‘juego del teléfono’
Finalmente, este trabajo en grupo acaba evolucionando hasta conformar una suerte de ‘juego del teléfono’ basado en los aromas para transmitir los mensajes entre los miembros de una colonia.
Estos son los resultados de la investigación impulsada por la Universidad de Colorado en la ciudad de Boulder, publicada hace unos días en la revista Proceedings of the National Academy of Science, que revela cómo la creatividad de estos himenópteros para mantenerse informados acaba por tejer toda una red de telecomunicaciones a pequeña escala, a pesar de tener unas capacidades cognitivas muy limitadas.
«Es muy importante que las abejas sepan dónde está la reina y se mantengan cerca de ella», asevera la coautora de esta investigación, Orit Peleg, profesora asistente en el Instituto BioFrontiers y el Departamento de Ciencias de la Computación en CU Boulder.
Cuando las abejas más próximas detectan las feromonas de la reina, abandonan la tarea a las que estén dedicadas en ese momento para fabricar sus propias sustancias químicas.
Las abejas se reúnen alrededor de la reina, forman un enjambre e inician lo que los autores denominan comportamiento “del olor”, que consiste en sacar las patas traseras y batir las alas con fuerza, así aspiran aire sobre sus glándulas destinadas a la fabricación de feromonas y, posteriormente las expulsan.
Mediante este proceso, las abejas contribuyen a la transmisión de los mensajes hacia destinatarios muy concretos, aquellos miembros que se encuentran a gran distancia de la colonia.
«Casi se parece a una red de telecomunicaciones donde tienes antenas que se comunican entre sí y amplifican la señal para que pueda llegar más lejos», dijo Peleg.
Debido a la volatilidad de las feromonas, es indispensable que estos insectos colaboren en la transmisión del mensaje antes de que este se desvanezca en el aire. «Hay muchos ejemplos de animales, como las hormigas, que depositan feromonas en sus entornos», agrega Peleg. «Pero esas feromonas simplemente se dispersan pasivamente por las leyes de la física. Aquí, las abejas están dirigiendo activamente esa señal«.
Esta investigadora sostiene que este proceder de las abejas podría llegar a inspirar algún día a los ingenieros en el diseño de redes de telecomunicación mucho más eficientes para los seres humanos.
El autor principal del estudio, Dieu My Nguyen, junto al resto de expertos, alertan del gran universo de posibilidades que supone este descubrimiento. Por ejemplo, se desconoce por ahora si es solo la reina la emisora del mensaje principal y el resto de abejas ejercen exclusivamente de repetidores del mismo o, si por el contrario, es posible que todos los miembros tengan la libertad de lanzar sus propios avisos a la red de la colmena. Los próximos estudios despejarán las dudas.
Fuente: https://www.sciencedaily.com/releases/2021/03/210324094651.htm
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