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La humanidad tira cada año a la basura 23 millones de camiones cargados con comida

El derroche alimentario es una de las plagas del actual modelo consumo occidental. La cultura de la compra masiva e indiscriminada, que no valora la importancia de la comida, envía a la basura grandes cantidades de alimentos. Ahora, un informe del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) ha puesto cifras a este fenómeno a escala mundial: todos los años se desperdicia el 17% de la comida en todo el globo.

Eso supone que anualmente (al menos, en 2019) un total de 931 millones de toneladas de alimentos terminan en los cubos de la basura. Y eso sucede tanto en las grandes instalaciones de todo tipo como en restaurantes y en hogares particulares.

Para hacerse una idea del volumen de comida que se desperdicia, estos 931 millones de toneladas equivalen a 23 millones de camiones de 40 toneladas completamente cargados, que puestos en fila darían siete vueltas a la Tierra.

El estudio del PNUMA es el más completo realizado hasta la fecha sobre esta materia y ha tenido en cuenta los datos de un total de 54 países. Una de las cosas que ha demostrado es que el derroche alimentario se produce en las naciones tanto si son ricas como si son pobres.

Otra conclusión es que la mayor parte de este desperdicio procede de los hogares, que lanzan a la basura un 11% del total de alimentos disponibles. Los servicios de alimentación (tiendas, supermercados, restaurantes) y los establecimientos minoristas desperdician el 5% y el 2%, respectivamente.

Todos los años, cada ciudadano de la Tierra desperdicia de media 121 kilos de alimentos, de los que 74 kilos se desperdician en los hogares, añade el informe.

Los hogares españoles tiran 77 kilos de comida por persona y año

En el caso de España, la cantidad que se derrocha en los hogares es de 77 kilos por habitante y año, cifra parecida a la de otros países europeos. Los hogares griegos, según el informe, son los que más comida tiran, con 142 kilos per cápita, mientras que Hungría tiene 94 kilos por persona. Alemania figura con 75 kilos y Francia con 85. Las cifras correspondientes al derroche en el sector de la alimentación y minoristas suelen ser más bajos, pero varían mucho según los países.

Una de las consecuencias ambientales de este fenómeno es un aumento de las emisiones mundiales de efecto invernadero. Se trata de alimentos que han requerido un tratamiento industrial (recolección, cría de ganado, cultivo, transporte, manufacturación, manipulación) y han dado lugar a unas emisiones, además, totalmente inútiles. Entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero están asociadas a los alimentos que no se consumen.

Reducir el desperdicio alimentario reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero, frenaría la destrucción de la naturaleza por la transformación de tierras y la contaminación, aumentaría la disponibilidad de comida y, por tanto, reduciría el hambre y ahorraría dinero en un momento de recesión mundial”, según Inger Anderson, directora ejecutiva del PNUMA.

Hay que tener en cuenta que en la Tierra, pese a los avances realizados en algunos campos, sigue habiendo 690 millones de personas que pasan hambre y otros 3.000 millones que no tienen una dieta saludable.

El Índice de Desperdicio de Alimentos se elabora gracias a la aportación de información desde los diferentes países, aunque no siempre se ha contado con estos datos. Solo ahora Naciones Unidas está logrando recabar información fiable. El informe señala que 14 países cuentan con datos fiables sobre desperdicio de comida en los hogares, y otros 38 presentan información igualmente válida. Y otros 54 tienen datos parciales.

Ahora, el PNUMA, a la vista de los resultados, creará grupos de trabajo regionales para ayudar a desarrollar acciones en los países que ayuden a medir mejor el derroche alimentario, de cara a la nueva ronda de informes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), previstos para finales de 2022, así como para desarrollar estrategias nacionales que frenen este fenómeno.

Informe de referencia: https://wedocs.unep.org/bitstream/handle/20.500.11822/35280/FoodWaste.pdf

 

Joan Lluís Ferrer

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