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Cómo ayudar a la restauración de ecosistemas: guía para principiantes

La ONU lanzaba hace unos días el “Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas”, un esfuerzo a 10 años para detener y revertir el deterioro del mundo natural, que ya está afectando a unos 3.200 millones de personas, el 40% de la humanidad.

Los ecosistemas (sistemas biológicos que integran una comunidad de seres vivos y el medio físico que los rodea) pueden ser grandes, como un bosque, o pequeños, como un estanque. Muchos de ellos son cruciales para el ser humano, porque proporcionan agua, alimentos, materiales y otros elementos esenciales, y brindan beneficios a todo el planeta, pues mitigan el cambio climático y conservan la biodiversidad.

Pero, en las últimas décadas, la extracción de recursos ha llevado a muchos ecosistemas al límite. A continuación se describen los ocho principales tipos de ecosistemas y qué puede hacerse para restaurarlos.

Efectos de la sequía. Foto: unsplash

Tierras de cultivo

El uso intensivo del suelo, la erosión y el exceso de fertilizantes y pesticidas están agotando muchas tierras de cultivo y contaminando el aire y el agua. Las formas de restaurarlos incluyen la reducción de la labranza, el uso de fertilizantes y mecanismos de control de plagas más naturales, y la introducción de cultivos más diversos, incluidos los árboles.

Estos pasos ayudarían a reconstruir los depósitos de carbono en los suelos, con lo que se volverían más fértiles y se evitaría utilizar aún más terreno para conseguir alimentos. La restauración de tierras agrícolas también puede crear hábitats para la vida silvestre.

Lagos y ríos

Disponer de agua potable y abundante se ha convertido en un lujo en buena parte del planeta. Los ecosistemas de agua dulce se están degradando por la contaminación, la sobrepesca y la infraestructura, así como por la creciente extracción de agua para el riego, la industria y los hogares.

La fórmula para restaurar los lagos y los ríos pasa por detener la contaminación, reducir y tratar los desechos, gestionar la demanda de agua y peces y reactivar la vegetación por encima y por debajo de la superficie.

Selva quemada en Colombia. Foto:elcampesino.co

Bosques

El “hambre” de la humanidad por tierras y recursos provoca la destrucción de bosques. La tala, el corte de leña, la contaminación, las plagas invasoras y los incendios forestales están dañando el planeta. Restaurar los ecosistemas forestales significa replantar y reducir la presión sobre los bosques para que los árboles vuelvan a crecer de forma natural.

Los sistemas alimentarios son uno de los principales factores que afectan la pérdida de bosques, que proporcionan hábitats al 80% de las especies de anfibios del mundo y a la mayoría de las aves y mamíferos.

Reconsiderar la forma en que se cultivan y se consumen alimentos puede ayudar a reducir la presión sobre ellos. Las tierras de cultivo degradadas y en desuso pueden ser ideales para la restauración forestal.

Pastizales y sabanas

Los matorrales, los pastizales y las sabanas están siendo sobrepastoreados y erosionados, convertidos a la agricultura e invadidos por especies exóticas. Pero es posible ayudarlos a recuperarse limpiando la vegetación leñosa y volviendo a sembrar pastos nativos.

Las plantas y animales perdidos pueden reintroducirse y protegerse hasta que sus poblaciones se recuperen. Los pastores y los demás usuarios deben tener un papel importante en los planes para gestionar estos ecosistemas de forma sostenible.

Árbol caído. Foto: pixabay

Montañas

En las regiones montañosas, eliminar la vegetación de las pendientes para la agricultura o la vivienda puede provocar una erosión peligrosa y contaminar los ríos en su origen.

Las altas temperaturas están obligando a las especies, los ecosistemas y las personas a adaptarse o moverse. Y al menos 600 glaciares han desaparecido en las últimas décadas, lo cual afecta el suministro de agua para miles de millones de personas que viven río abajo.

Es posible contrarrestar esta tendencia reviviendo los bosques y restaurando la protección que brindan contra avalanchas, deslizamientos de tierra e inundaciones. Habría que planificar presas y carreteras para evitar la fragmentación de los ríos y otros hábitats. Y técnicas agrícolas como la agrosilvicultura son más resilientes frente al cambio climático.

Océanos y costas

El pasto marino es un auténtico “campeón climático” oculto, ya que captura carbono hasta 35 veces más rápido que el bosque tropical. Pero los ecosistemas marinos están siendo atacados por la contaminación, el cambio climático y la sobreexplotación.

Las soluciones son tan comunes como las amenazas: hacer que la pesca y el uso de los manglares sean más sostenibles, tratar adecuadamente las aguas residuales y otros desechos, y evitar que la basura plástica acabe en el agua.

Los arrecifes de coral, los manglares y los pastos marinos deben gestionarse con cuidado y restaurarse activamente para que los océanos sigan sustentando miles de millones de medios de vida en todo el mundo.

Turberas

Las turberas cubren solo 3% de la tierra del mundo, pero almacenan casi un tercio de todo el carbono en su suelo. Esas enormes reservas de carbono y agua se están drenando y convirtiendo en tierras agrícolas, lo cual se suma a su degradación por el fuego, el pastoreo excesivo, la contaminación y la extracción de turba.

Para evitar cambio climático se hace necesario retener el carbono de las turberas tal y como está: húmedo y en el suelo. Al mismo tiempo, hay que volver a humedecer y restaurar las turberas degradadas, por ejemplo, cerrando canales de drenaje, con el fin de detener sus emisiones y proteger plantas y animales raros.

Rascacielos en Chicago. Foto: pixabay

Áreas urbanas

Las ciudades y los pueblos pueden parecer desiertos ecológicos, porque apenas hay espacio para la vegetación en medio de las casas, las carreteras y las fábricas. Y los desechos y la contaminación que producen sus habitantes ponen en peligro las vías fluviales, los suelos y el aire.

Pero las áreas urbanas tienen un enorme potencial de restauración. Habría que limpiar las vías fluviales, permitir que crezcan plantas aptas para las abejas y crear bosques urbanos y otros hábitats de vida silvestre en parques, escuelas y otros espacios públicos.

Cortar el césped con menos frecuencia es más económico y permite que la naturaleza prospere. Las aceras permeables y los humedales urbanos protegen contra las inundaciones y la contaminación.

Guía para la restauración de ecosistemas: https://www.worldenvironmentday.global/es/participa/guia-para-la-restauracion-de-los-ecosistemas

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Ramón Díaz

Ramón Díaz Alonso (Llanes, Asturias; 1962). Trabaja desde 1990 en La Nueva España, primero como corresponsal en la comarca oriental de Asturias, después como responsable de la edición del oriente de Asturias y desde 2017 en la sección de Asturias, especializado en información política, de infraestructuras y ambiental. Colabora desde enero de 2021 con Verde y Azul, el canal de medio ambiente de Prensa Ibérica y Grupo Zeta. Es coautor de varias publicaciones de la Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo (ASPET).

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