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¿Acosan las orcas del Estrecho a los barcos como práctica de caza?

Continúa el misterio en torno al comportamiento de las orcas del Estrecho de Gibraltar, donde decenas de pequeños y medianos barcos que navegan por sus aguas son ‘acosados’ por estos cetáceos desde hace meses, sin motivo aparente. Ahora, un experto apunta una posible explicación: lo hacen para entrenarse en la caza de sus presas.

Los numerosos contactos de orcas con veleros pequeños de hasta quince metros de eslora que, sin precedentes, se han registrado este verano en el Estrecho –69 casos, de los que 30 han resultado con el timón dañado y han precisado ser remolcados– se deben a un entrenamiento para la caza del atún, según la hipótesis apuntada a la agencia Efe por el biólogo José Carlos García Gómez.

Catedrático de Biología Marina de la Universidad de Sevilla, García-Gómez, natural de La Línea de la Concepción (Cádiz), desde hace años investiga junto a sus colaboradores los cetáceos del Estrecho y la Bahía de Algeciras, acerca de los cuales dirige ahora dos tesis doctorales, y ha aventurado esta hipótesis tras participar el 12 de agosto en la reunión que las autoridades marítimas de Cádiz celebraron para analizar estas interacciones de las orcas en la ensenada de Barbate.

La Capitanía Marítima de Cádiz ha prohibido el paso de veleros de quince metros de eslora o menos en esa zona hasta el 7 de septiembre para evitar situaciones de riesgo, como veleros a la deriva por daños en el timón causados por las orcas.

Un grupo de orcas persiguiendo a un barco en el Estrecho. Foto: Efe

García-Gómez ha dicho a EFEverde que la orca es un animal pacífico -jamás en el medio natural se ha documentado un ataque a humanos-, inteligente, por lo que “es muy difícil que se equivoque”, sumamente sociable y harto curioso.

Ya sucedió con el atún

También es capaz de desarrollar nuevas habilidades en muy poco tiempo, como sucedió en 2008 ante la crisis del atún, con los bancos de atunes prácticamente esquilmados: como no los encontraban aprendieron a arrebatárselos a los pescadores colocándose en la proximidad de los barcos y depredándolos directamente cuando los extraían del agua.

En las almadrabas, sin embargo, no tratan de entrar por el respeto que le causan tanto las redes como los humanos, y si alguna vez han merodeado y se han acercado a los buzos de las almadrabas su comportamiento ha sido respetuoso, según ha recordado el profesor, quien ha recordado que históricamente las orcas han sido aliadas del hombre para la captura del atún en almadrabas.

Tras encontrarse en riesgo crítico de extinción comercial gracias a la política de cupos, los atunes se recuperaron totalmente en 2018 y ahora vuelven a ser muy abundantes en el Estrecho, lo que apoya la idea de que al menos parte de este grupo de orcas pudiera hacerse ‘residente’ o ‘semirresidente’ en el futuro en la zona, en la que ahora hay atunes todo el año.

García-Gómez ha asegurado que los testimonios de los patrones de los veleros contactados por las orcas coinciden en señalar que los ejemplares adultos del grupo se alinean con el barco a ambos lados y que los ejemplares jóvenes son los que pasan por debajo del velero y tocan o muerden el timón, que al moverse les llama la atención.

Conducta recurrente y aprendizaje

Siempre, según el profesor, contactan con barcos pequeños cuya hélice se halla alejada del timón, en una posición “muy garantista” para el cetáceo, de ahí que haya señalado también que las orcas pierden el interés cuando el barco se detiene o incluso activa la marcha atrás -en cuyo caso la hélice precede al timón y las orcas jóvenes no pueden llegar hasta él desde atrás-.

Foto: Pixabay

“Las orcas tienen una conducta recurrente de aprendizaje continuo, y su conducta con estos veleros no es un azar, sino que parece tener carácter finalista, siempre van al timón, que es la única pieza del barco que dañan y es la única pieza móvil y ‘blanda’; y además la muerden los ejemplares jóvenes”, ha descrito el profesor para apoyar su tesis.

En la caza del atún actúan las orcas de forma similar, rodeando a un ejemplar para que no escape, ya que el atún desarrolla una extraordinaria velocidad en su huida, y poder darle caza en colaboración -de ahí, ha recordado el profesor, que a las orcas también se las denomine “lobos de mar”-.

Cámaras submarinas e hidrófonos

García-Gómez ha recordado que las orcas, en otros mares, desarrollan otras habilidades, como la estrategia del varamiento para capturar piezas grandes en la Península de Valdés (Argentina) o cuando obligan a los arenques a conformar un banco nutrido antes de cazarlos, mientras que en el Estrecho enseñan a cazar atunes de una generación a otra y por vía maternal, de modo que las abuelas y las madres enseñan a las crías.

El profesor ha señalado que para demostrar su tesis o rechazarla será preciso una investigación que incluya el seguimiento de los ejemplares por satélite, además del empleo de un velero y un barco a motor de apoyo para tratar de interactuar con ellas en la ensenada de Barbate, con cámaras submarinas e hidrófonos.

De una investigación preliminar, encargada por el Ministerio para la Transición Ecológica, se encargará el Grupo de Trabajo ‘Orca Ibérica’, constituido hace un año, del que García Gómez forma parte con casi una veintena de especialistas e interesados en este cetáceo.

La orca ibérica, catalogada en peligro de extinción, posee en la actualidad en el Estrecho cinco grupos, con un total estimado de menos de cincuenta miembros.

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