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Un solo pino carrasco atrapa el CO2 de 30 coches

El pino carrasco (Pinus halepensis) es el árbol más eficaz en la captura de CO2 de la atmósfera y es, precisamente, una de las especies más frecuentes en España, sobre todo en el Mediterráneo. Su potencial para regenerar la atmósfera supera ampliamente al de otros árboles.

Aumentar las tierras forestales del planeta es una de las fórmulas más populares en los últimos tiempos para reducir el impacto de nuestras emisiones de carbono. Famosos, youtubers y otros influencers se han volcado en plantar árboles de distintos tipos para que, en un futuro, sirvan como sumideros de dióxido de carbono y, junto a la reducción de emisiones, ayuden a mitigar el cambio climático. Pero no todos los árboles tienen el mismo éxito en esta labor.

Una investigación del biólogo Manuel Enrique Figueroa, de la Universidad de Sevilla, indica que existen siete especies que podrían garantizar una mejor absorción del dióxido de carbono imperante en la atmósfera. En el entorno urbano, las especies con más fijación son: la melia (Melia azedarach), la acacia de tres espinas (Gleditsia triacanthos), la jacaranda (Jacaranda mimosifolia) y el olmo (Ulmus). Por su parte, en la frondosidad de los bosques, lo ideal sería plantar pinos carrasco (Pinus halepensis), pinos piñoneros (Pinus pinea) o alcornoques (Quercus suber), dado que son las especies que más CO2 absorben.

Pino carrasco, el mejor amigo de la atmósfera

No obstante, como deja reflejado el investigador en sus estudios, hay una especie que destaca entre todas: el pino carrasco. De todos los árboles, es este el que logra absorber más toneladas de dióxido de carbono. Un solo pino de este tipo es capaz de absorber las emisiones generadas por 30 coches que hagan una media de 10.000 kilómetros al año; o lo que es lo mismo, lo que generan en ocho viajes de ida y vuelta de Madrid a Barcelona. Se calcula que un ejemplar maduro de este tipo de conífera puede llegar a absorber hasta 50 toneladas de dióxido de carbono al año.

Paisaje dominado por el pino carrasco. Foto: Verde y Azul

En este sentido, la Península Ibérica es un lugar idóneo para el crecimiento de estas especies de árboles, por lo que las plantaciones de pinos pueden convertirse en uno de los grandes aliados para España en la lucha contra el cambio climático. El pino carrasco es el pino más “bajito” de todos los pinos autóctonos peninsulares, puesto que no supera los 20 metros de altura. Le gusta el clima cálido y puede sobrevivir en zonas de poca lluvia. Además, está preparado para soportar incendios y es poco exigente en cuanto a las condiciones del suelo, con lo que también puede evitar la erosión del mismo.

Detrás del pino carrasco, el pino piñonero es capaz de absorber más de la mitad del dióxido de carbono. Aproximadamente unas 27 toneladas, lo cual convierte a esta especie en un gran sumidero natural de CO2. Otras especies de árboles como la encina y el alcornoque, con una absorción de alrededor de 5 toneladas por año, estarían ayudando igualmente a reducir la presión que realiza el dióxido de carbono en nuestra atmósfera.  En su estudio, Figueroa hace además hincapié en el valor incalculable que tienen los árboles para todos los miembros del ecosistema.

Pino piñonero, su piña y su corteza. Foto: Pinterest

Reforestar, sí, pero de la forma adecuada

La medida de la reforestación cogió fuerza a partir de una investigación publicada en 2019 en ‘Science’. En dicho artículo, sus firmantes alegaban que los ecosistemas podrían soportar 900 millones de hectáreas adicionales de bosque continuo. Ese aumento representaría para el conjunto de los bosques un crecimiento del 25%. “Tal cambio tiene el potencial de almacenar un equivalente al 25% de la reserva de carbono atmosférico actual”, rezaba la investigación.

Tras el entusiasmo inicial por haber hallado una solución fácil y rápida para la crisis climática, la comunidad científica puso el grito en el cielo. Un grupo de casi medio centenar de científicos recordaron que plantar árboles donde antes no había, podría traer consigo otros problemas, como dañar los ecosistemas, empeorar los incendios forestales e incluso aumentar el calentamiento global.

Tampoco ha sido demasiado compartida la idea de plantar grandes extensiones de una sola especie para crear esencialmente «plantaciones de árboles» en lugar de bosques reales, pues el estudio considera la opción de plantar árboles en sabanas y pastizales, lo que podría causar problemas a las especies locales.

Los árboles se deben plantar de forma adecuada y con las especies adecuadas. Foto: ARBA

Asimismo, los científicos que abogan por la reforestación piden hacerlo de manera ordenada y teniendo en cuenta que no cualquier lugar es ideal para plantar un árbol. Una idea, por ejemplo, está en plantar más árboles entre los árboles. Esta propuesta, que proviene del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y ha sido publicada en PNAS, estima que rellenando esos bosques al máximo de su capacidad, estiman los investigadores, ese volumen de almacenamiento de carbono podría incrementarse en casi un 20%. En todo caso, se han de utilizar especies autóctonas del lugar.

Con el tiempo, sin embargo, se ha visto que la simple reforestación no es suficiente. Las medidas para mitigar el cambio climático deben estar directamente relacionadas con la reducción de emisiones, pues de otra manera, se estaría olvidando una de las contribuciones fundamentales a este problema.

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Verónica Pavés

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