Los científicos están fascinados con la rata topo desnuda (Heterocephalus glaber). Parece que desafía todas las leyes de la biología. Es un animal casi invulnerable al cáncer, resiste sin oxígeno hasta 18 minutos, su organización social es similar a la de algunos insectos, a veces metaboliza como las plantas, aprende ‘dialectos’ para comunicarse y puede vivir más de 30 años. Pero, sobre todo, guarda el secreto de la eterna juventud, porque, sorprendentemente, no envejece. Los investigadores llevan años estudiando sus ‘superpoderes’. Creen que en este roedor pueden hallar las claves de la longevidad.
La esperanza de vida de este mamífero es mucho mayor que la del resto de roedores. Si un ratón vive de media unos 3 años, las ratas topo desnudas llegan a vivir más de 30, como demostraron varios estudios realizados por la bióloga Rochelle Buffenstein, investigadora en la compañía estadounidense de biotecnología y desarrollo Calico.
La razón de esa elevada longevidad es que no envejece. La rata topo desnuda siempre se mantiene joven. Los científicos creen que esta circunstancia se debe a su lento metabolismo. Mucho más lento que el de las demás especies de roedores.
Los científicos que investigan esta elevada longevidad aspiran a desentrañar el misterio del proceso de envejecimiento.
Claro que el hecho de que no envejezca no significa que sea inmortal. La depredación y las enfermedades son las principales causas de muerte en la rata topo desnuda. Pero tiene una alta resistencia a desarrollar tumores.
De hecho, los únicos casos de cáncer desarrollados en esta especie se registraron en individuos nacidos en cautividad, que vivieron en entornos con mucha más presencia de oxígeno que en su hábitat natural.
Sobrevivir sin oxígeno
El último descubrimiento sobre este sorprendente roedor corresponde a investigadores de la Universidad de Ottawa, en Canadá. Han descubierto cómo este singular mamífero africano ahorra energía en caso de hipoxia y logra sobrevivir en condiciones de poco oxígeno. Incluso sin él durante 18 minutos. Reduce su tasa metabólica hasta en un 85%. Los resultados del estudio sacaban de publicarse en la revista ‘Nature Communications’.
Los autores de la investigación se propusieron entender cómo estos pequeños roedores se termorregulan o producen calor, una actividad que demanda mucha energía, a la vez que experimentan la deficiencia de oxígeno, en cuyo caso el ahorro de energía es esencial para la supervivencia.
“Queríamos saber cómo compensan la termorregulación y el ahorro de energía en la hipoxia. Descubrimos que desactivan la termogénesis sin escalofríos (en el tejido adiposo marrón mitocondrial) muy rápidamente a través de un novedoso mecanismo”, explica Matthew Pamenter, profesor asociado del departamento de Biología de la universidad canadiense y director del laboratorio Pamenter.
Hasta ahora se creía que la rata topo desnuda, también conocida como ratopín rasurado, era el único mamífero de sangre fría y que su temperatura corporal variaba en función de la del entorno. Pero los datos de este nuevo estudio demuestran que no solo generan calor de forma activa, sino que pueden modular esta generación muy rápidamente en caso de hipoxia.
“Por tanto, son heterotérmicas, es decir, se termorregulan, pero su temperatura interna también puede variar según las necesidades”, recalca el investigador. Traducido: son animales de sangre caliente, pero son capaces de termorregularse mediante un mecanismo único.
Un hallazgo de enorme importancia
El procedimiento por el que estos mamíferos toleran la hipoxia arroja luz sobre cómo la naturaleza ha resuelto el problema de la tolerancia a la falta de oxígeno, recoge el estudio. La clave para vivir sin él es el hipometabolismo, la reducción del uso de energía.
Es un hallazgo de enorme importancia para la medicina, porque la hipoxia está relacionada con muchas patologías que afectan al ser humano, como el ictus o los trastornos pulmonares crónicos. Y este descubrimiento podría ser un primer paso para su mejorar los tratamientos, o incluso para su curación.
El mecanismo que utiliza el la rata topo desnuda para termorregularse consiste en la rápida eliminación de la proteína desacoplante o termogenina (UCP1) de las células del tejido adiposo marrón intraescapular.
“Las ratas pueden hacerlo en una hora de exposición a una hipoxia moderada, mientras que en otros roedores pequeños la reducción de la UCP1 tarda más de tres días. Este es un paso importante para entender cómo las ratas topo desnudas pueden ahorrar energía en la hipoxia y sobrevivir en un entorno hipóxico”, manifiesta Pamenter.
Pero, además, para resistir sin oxígeno, otro estudio realizado hace cuatro años reveló que en lugar de consumir glucosa, esta especie modifica su metabolismo, y su cerebro consume fructosa como fuente de energía, igual que hacen las plantas.
Pero la rata topo desnuda guarda muchas más sorpresas. Hace solo unos meses otro grupo de investigadores descubría que es un animal “muy comunicativo” y que ‘habla’ distintos dialectos, según la colonia en la que viva. El estudio se publicó el pasado mes de enero en ‘Science’.
Colonias similares a las de las abejas
Este roedor, que vive en túneles bajo tierra, es el único mamífero eusocial conocido, junto con la rata topo de Damara. Sus colonias se organizan de modo similar a las abejas y las hormigas.
En ellas solo hay una reina reproductiva. El resto de los miembros de la colonia se dividen el trabajo y el cuidado de las crías.
“El chirrido suave lo utilizan como una llamada de saludo. Es análogo a cuando los humanos se dicen ‘hola’ al conocerse”, revela Alison Barker, investigadora del Max Delbrück Center for Molecular Medicine (MDC) de Berlín (Alemania), coautora del estudio.
De forma similar a lo que sería un acento o dialecto regional en el lenguaje humano, el estudio señala que desarrollan chillidos distintivos y únicos específicos de la colonia y que transmiten información sobre la pertenencia social de un individuo.
El desarrollo de un dialecto compartido refuerza la cohesión y el sentido de pertenencia entre los animales de una colonia específica, concluyen los científicos.
Para comprobar hasta qué punto la rata topo desnuda era capaz de reconocer los ‘dialectos’ de su propia colonia, el equipo reprodujo grabaciones de sonidos de su colonia natal y de colonias ‘extranjeras’ desde un altavoz.
“Incluso cuando no había otro animal presente, respondían con una vocalización de saludo a los sonidos de su propia colonia y no de otras”, recalca Barker.
Cada colonia ‘habla’ un ‘dialecto’ distinto
Otros experimentos demostraron que los ejemplares criados en una nueva colonia, diferente a la de su nacimiento, aprenden un nuevo dialecto. Y coincide con el de la colonia de adopción.
Los expertos comprobaron que los dialectos no son fijos, sino que cambian con la muerte y sustitución de la reina de la colonia.
Los investigadores concluyeron, además, que los dilectos y su transmisión de generación en generación son más culturales que genéticos.
“Al igual que el lenguaje humano, que se aprende en función del entorno en el que se nace, estos animales también son capaces de adaptarse al entorno vocal que los rodea«, asegura Barker.
«Si el dialecto vocal del ratopín estuviera totalmente controlado por la genética, sería el mismo independientemente del lugar en el que se hubiera criado. Pero esto no fue lo que observamos en nuestros experimentos”, concluye la investigadora.
Estudio de referencia: https://www.nature.com/articles/s41467-021-27170-2
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Foto principal: Bioparc València
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