La caza furtiva llegó a abatir casi cuatro rinocerontes de media al día en 2015. Algunas especies están al borde de la extinción, debido sobre todo a las creencias sobre las propiedades curativas de su cuerno.
El rinoceronte es uno de los mamíferos terrestres más grandes del mundo. Puede llegar a pesar entre 800 y 2.000 kilos y tienen una esperanza de vida de entre 30 y 50 años. Su gran tamaño, su fuerza y su majestuosidad lo convierte en una imponente especie allá donde habita, tanto en la sabana africana como en los bosques y humedales asiáticos.
Solo por sus cualidades genuinas es todo un icono del reino animal, un gran herbívoro sosegado en su pacífica y característica soledad. No obstante, el cuerno, su gran peculiaridad, es también su sentencia de muerte desde hace décadas.
Esta extensión compuesta de queratina (no ósea) es un artículo muy preciado en la medicina china, que le atribuye tradicionalmente propiedades curativas. Existe una creencia tradicional de que el polvo molido del cuerno de rinoceronte puede curar desde una simple fiebre hasta enfermedades más graves, lo que lo convierte en un bien extraordinariamente cotizado en el mercado negro asiático.
Además, los cuernos también se emplean para la elaboración de bienes de gran lujo, desde brazaletes hasta simples cuencos o empuñaduras que valen su peso en oro. Esto supone que, a pesar de que el tráfico y el comercio de cuernos de rinoceronte esté expresamente prohibido en China desde 1993 -aunque hubo un intento por parte del gobierno de legalizarlo solo con fines médicos- y existen planes de protección y conservación de la especie por parte de diferentes estados africanos y asiáticos, se siguen pagando cantidades desorbitadas por ellos: más de 50.000 euros por un kilo.
Es un precio demasiado atractivo como para pasarlo por alto y que estimula la caza furtiva, la principal amenaza de esta especie. Según la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN), esta práctica alcanzó su pico más álgido en 2015, cuando se capturaron en torno a 1.349 rinocerontes, es decir, se alcanzó la escalofriante media de 3,7 rinocerontes abatidos por día.
Este tráfico ilegal suele iniciarse en África, donde los furtivos dan caza a los rinocerontes para arrancarles los cuernos, y se extiende hasta los mercados de China y Vietnam, los principales destinos para su comercio ilegal, así se refleja en un informe elaborado por la UICN y otros grupos de investigación de esta especie para la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres de 2019 (COP18).
Aunque esta cifra va descendiendo gradualmente gracias a los esfuerzos conservacionistas y las políticas de protección de los estados, las últimas actualizaciones de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN siguen señalando la realidad sangrante a la que se enfrentan los rinocerontes, de los que se estima que quedan unos 30.000 en todo el mundo.
De sus cinco especies, tres están en peligro crítico de extinción, una está al borde de la amenaza y otra se encuentra en estado de vulnerabilidad, tal y como lo alerta la Lista Roja.
Rinocerontes africanos: el blanco y el negro
En el continente africano coexisten dos tipos de rinoceronte, el blanco (18.064 ejemplares), actualmente casi amenazado, y el negro (5.630 ejemplares), en peligro crítico de extinguirse.
Mientras el rinoceronte blanco (Ceratotherium simum) se encuentra en decadencia desde 2012, el rinoceronte negro (Diceros bicornis) sigue aumentando progresivamente el número de individuos después de haber alcanzado su nivel mínimo en 1995.
“La diferente tendencia observada entre ambas especies se explica en parte porque el rinoceronte blanco está sometido a unos niveles mayores de caza furtiva que el rinoceronte negro”, apunta el informe para la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres de 2019. “Esto es probable que sea por el hecho de que el rinoceronte blanco vive generalmente en hábitats más abiertos, donde es más fácil de apuntar, vive en grupos grandes y tiene un cuerno con un mejor peso medio”. Y hay otro factor, en concreto, la respuesta de una especie y otra a la grave sequía que afectó al sur de África en 2015 y 2016: “Dado que el suministro de alimentos de los rinocerontes blancos (hierba) se ve más afectado por la sequía que el de los rinocerontes negros (pasto)”.
De hecho, el rinoceronte blanco, aún siendo más numeroso que el negro, se enfrenta a la total extinción de una de sus dos subespecies, el rinoceronte blanco del norte, de la que actualmente solo quedan dos hembras en todo el mundo después de que el último macho falleciese en 2018. Ahora la ciencia trata de impedir que la especie desaparezca mediante la creación de embriones con fecundación in vitro, que intentarán implantar en las dos supervivientes que quedan en Kenia.
Rinocerontes asiáticos
El continente asiático alberga tres especies de rinoceronte, el de la India (3.588 ejemplares), el de Sumatra (80 ejemplares) y el de Java (68 ejemplares).
En el caso del rinoceronte indio (Rhinoceros unicornis), que se extiende por Nepal y la India, está actualmente en un estado de vulnerabilidad, aunque su población está en aumento. Esta especie estuvo al borde de la extinción a principios de los noventa, principalmente por la destrucción generalizada de los pastizales y humedales por el desarrollo agrícola, lo que “provocó conflictos entre humanos y rinocerontes y facilitó el acceso de los cazadores”, apuntan en el informe de la COP18.
Aunque esta especie no se libra tampoco de la lacra de la cacería, lo cierto es que la degradación medioambiental tuvo un gran peso en el descenso de los ejemplares. Hoy en día, más del 70% de los rinocerontes indios viven en el Parque Nacional de Kaziranga, en el estado de Assam (India).
El rinoceronte de Sumatra (Dicerorhinus sumatrensis), localizado actualmente en Indonesia, es considerado por la UICN como “el gran mamífero más amenazado de la tierra” y lo califica como “en peligro crítico de extinción”. Desde principios de los noventa, la especie sigue cayendo en picado con una pérdida estimada del 50% de la población existente por década.
Entre sus principales amenazas destaca el hecho de que viven en grupos muy reducidos y muy diseminados, a lo que se suman los desastres naturales, la caza furtiva y la “perturbación humana”, que abarca desde la pesca y la captura ilegal de aves en el entorno de estos animales hasta la construcción de carreteras o la conversión de bosques en grandes plantaciones.
“La caza furtiva se perfila como una amenaza, pero en este momento es oportunista y las redes organizadas en funcionamiento no están en la escala de las de África”, señala la UICN. “La caza ilegal está impulsada principalmente por la demanda en Vietnam y China por las propiedades supuestamente medicinales de los cuernos de los rinocerontes y otras partes del cuerpo, y como un artículo de regalo. Muchos siglos de caza excesiva, así como la pérdida de hábitat, han reducido a esta especie a una minúsculo porcentaje de su antigua población”.
Por último, el rinoceronte de Java, también en Indonesia, se encuentra en una situación estable en cuanto al número de especies existentes. De nuevo, la caza desmedida dejó a esta especie al borde de la extinción, aunque en la actualidad no puede confirmarse que el cuerno del rinoceronte de Java esté en incluido en las redes de comercio ilegal. “El último rinoceronte de Java fue capturado en Vietnam en 2010 y se encontró sin el cuerno”, explica dicho organismo.
En definitiva, el esfuerzo de entidades conservacionistas como World Wildlife Fund (WWF), International Rhino Foundation o Global Wildlife Conservation, así como los planes estatales para asegurar la protección del rinoceronte, son la única barrera para evitar la masacre de esta gran especie.
En los primeros meses de pandemia, la Covid-19 otorgó un respiro al rinoceronte y otras especies salvajes, ya que el cierre de fronteras y el aumento de la presencia militar y policial tanto en los parques naturales como las reservas privadas supuso un freno importante para la caza furtiva, según apunta la International Rhino Foundation, aunque no por mucho tiempo.
De hecho, se teme un efecto rebote agravado por la crisis económica. “A medida que las restricciones de encierro comienzan a disminuir en muchos países, la caza furtiva está aumentando una vez más, lo que aumenta la preocupación por que la devastación de las economías locales y la pérdida generalizada de empleos pueda llevar a más personas a la caza furtiva de rinocerontes”, alertan desde esta entidad.
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