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Salvar el clima costaría un billón de dólares al año, pero generaría el triple en beneficios

El cambio climático es la “amenaza existencial de nuestro tiempo”, subraya la ONU. Y aunque existen innumerables soluciones para mitigarlo, todas cuestan mucho dinero. Sumados los esfuerzos de mitigación, descarbonización y resiliencia en todo el mundo, el coste anual para salvar el clima podría rebasar el billón de dólares. Pero la ONU defiende los beneficios directos serían muchísimo mayores: el triple. Lo que todavía no está del todo claro es ni quién debe pagar, ni cómo.

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) revelaba hace unos días que las emisiones de gases de efecto invernadero de las actividades humanas son responsables de un calentamiento del Planeta en un 1,1° grados centígrados desde el periodo 1850-1900 hasta la actualidad.

Más alarmante aún es lo que el estudio predice: la temperatura global alcanzará o superará los 1,5°C o más de calentamiento en los próximos 20 años. Las consecuencias ya se están empezando a sentir: mayores inundaciones, olas de calor extremo más frecuentes, sequías más largas, pérdida de las capas de hielo, superincendios…

Aunque las inversiones en energías renovables e infraestructuras sostenibles crecen, el gasto mundial en combustibles fósiles sigue superando al de las energías verdes. Y muchos países no cuentan con recursos financieros para acometer la transición a fuentes de energía limpia y modos de vida sostenibles para revertir el cambio climático.

Contaminación atmosférica. Foto: unsplash

La ONU considera hay que ayudar a esos países, que no invertir será más costoso a largo plazo, y que existen importantes oportunidades para los inversores.

¿Qué es la financiación relacionada con el clima?

A grandes rasgos, la financiación climática está relacionada con el dinero que hay que gastar para las actividades que contribuirán a frenar el cambio climático y que ayudarán al mundo a alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales.

Para alcanzar este objetivo, el mundo necesita reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero prácticamente a cero en 2050.

Entre las iniciativas que deben costearse para alcanzar estas emisiones de valor cero están las que reducen las emisiones de gases nocivos, y las que mejoran o preservan las soluciones naturales para capturar esos gases, como los bosques y los océanos.

La financiación para salvar el clima también busca aumentar la resiliencia de las poblaciones más afectadas por el cambio climático y ayudarlas a adaptarse a las condiciones climáticas cambiantes, unas medidas que a su vez contribuirán a reducir el calentamiento.

La financiación es necesaria para la transición a lo que la ONU llama una “economía verde” e impulsar el crecimiento económico sostenible.

Porque si persiste el aumento global de las temperaturas, los cambios en los patrones climáticos, la subida del nivel del mar, el aumento de las sequías y las inundaciones, las poblaciones más vulnerables se enfrentarán a riesgos cada vez mayores.

Incendio forestal en California. Foto: AP

De hecho, la ONU estima que el cambio climático podría empujar a otros 100 millones de personas a la pobreza de aquí a 2030. Para hacer frente a estas tendencias se necesitan importantes recursos financieros, inversiones adecuadas y un enfoque global sistemático.

¿Cuánto dinero se necesita?

Hacen falta inversiones importantes y es fundamental la cooperación internacional. Hace más de una década, los países desarrollados se comprometieron a aportar de forma conjunta 100.000 millones de dólares al año para 2020 en forma de apoyo a la acción climática en los países en desarrollo.

Pero, según un informe de expertos encargado por la ONU, ese objetivo no se está cumpliendo, a pesar de que la financiación relacionada con el clima sigue una “trayectoria ascendente”.

La verdadera pregunta es si el mundo puede permitirse no invertir en acción climática. Comunidades de todo el Planeta ya están sufriendo los efectos financieros del cambio climático, ya sea por la pérdida de cosechas debido a la sequía, o por los grandes daños en las infraestructuras causados por las inundaciones u otros fenómenos meteorológicos extremos.

La ONU defiende que la inversión climática representa una oportunidad y no un riesgo, pues los beneficios que se derivan superan con creces cualquier coste inicial. Por ejemplo, en la mayoría de los países, la energía solar es actualmente más barata que la construcción de nuevas centrales eléctricas de carbón.

Inundación en Budapest. Foto: pixabay

Además, las inversiones en energías limpias también impulsan el crecimiento económico, y podrían llegar a crear 18 millones de puestos de trabajo para 2030, contando con las pérdidas de puestos de trabajo en el sector de los combustibles fósiles.

¿De dónde sale el dinero?

La financiación procede de una larga lista de fuentes de financiación públicas y privadas, que apoyan iniciativas innovadoras de acción climática a nivel local, nacional o transnacional.

Existe una gran variedad de instrumentos financieros para proporcionar financiación climática, desde bonos verdes hasta préstamos directos para proyectos o inversiones en proveedores de energía o tecnología.

Pero la adaptación es sólo una parte del complicado rompecabezas de la acción climática. Una vez contabilizados los esfuerzos de mitigación y descarbonización y los de resiliencia global, tanto en el mundo en desarrollo como en el desarrollado, el coste anual superará ampliamente los 500.000 millones de dólares y quizá incluso el billón de dólares, según la ONU.

No obstante, los beneficios serán mucho mayores. El cambio a una economía verde podría suponer una ganancia económica directa de 26 billones de dólares hasta 2030 en comparación con la situación actual; esto es, unos 3 billones al año, calcula la ONU.

Efectos de la sequía en Golzow, Alemania. Foto: EFE

Fondos climáticos internacionales respaldados por la ONU

Los países reconocieron la necesidad de una financiación climática específica en el Acuerdo de París, en diciembre de 2015. Entre los fondos que ahora existen, figuran:

Fondos de Inversión en el Clima. Dotado de 8.000 millones de dólares, trata de “acelerar la acción climática potenciando las transformaciones en tecnología limpia, acceso a la energía, resiliencia climática y bosques sostenibles en los países en desarrollo y de renta media”.

Fondo Verde para el Clima. Creado en 2010, es el mayor fondo global dedicado al clima. Su mandato consiste en apoyar las acciones de mitigación y adaptación en los países en desarrollo.

Fondo de Adaptación. Ha destinado desde 2010 unos 830 millones de dólares en ayudas a las comunidades vulnerables de los países en desarrollo para que se adapten al cambio climático.

Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Busca impulsar “cambios transformadores en los principales sectores que generan grandes pérdidas medioambientales”, en particular la energía, las ciudades y los alimentos.

Programa ONU-REDD. Está formado por la alianza de tres agencias de la ONU (el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que se unieron hace una década para proteger los bosques.

Fondo de Tecnología Limpia. Dotado con casi 5.400 millones de dólares permite “la transformación de los países en vías de desarrollo, aportando recursos para expandir las tecnologías de baja emisión de carbono”.

Informe de IPCC sobre el cambio climático: https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/sites/2/2019/09/SR15_Summary_Volume_spanish.pdf

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Ramón Díaz

Ramón Díaz Alonso (Llanes, Asturias; 1962). Trabaja desde 1990 en La Nueva España, primero como corresponsal en la comarca oriental de Asturias, después como responsable de la edición del oriente de Asturias y desde 2017 en la sección de Asturias, especializado en información política, de infraestructuras y ambiental. Colabora desde enero de 2021 con Verde y Azul, el canal de medio ambiente de Prensa Ibérica y Grupo Zeta. Es coautor de varias publicaciones de la Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo (ASPET).

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