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Las pistas de esquí, amenazadas por el calentamiento global

¿Cuál es el futuro de las pistas de esquí ante la creciente evolución del calentamiento global? ¿Será el caso de Navacerrada, que fue clausurada por este motivo, el precedente de lo que suceda en otros lugares de Europa y España? Así parecen indicarlo todas las previsiones. Mientras en los Alpes austríacos están adoptando medidas desesperadas para retener la nieve o crearla artificialmente, en España los informes demuestran que las estaciones de esquí serán especialmente vulnerables al cambio climático. La mitad de la nieve puede perderse en menos de treinta años.

Las investigadoras de la Universidad de Staffordshire Rachael Carver y Fiona Tweed han investigado el impacto que tendrá el derretimiento de la nieve y el hielo en el futuro del turismo en un artículo publicado en la revista Geography.

El artículo se basa en una investigación de campo realizada por Carver en los Alpes europeos y destaca el caso de estaciones que están introduciendo una serie de medidas para prolongar la temporada de esquí, como tapar con mantas las zonas glaciares e introducir nieve artificial.

Y es que, efectivamente, en el glaciar Stubai, en Austria, se están empleando mantas protectoras para reducir el derretimiento del hielo y la erosión eólica. Del mismo modo, se está complementando la oferta de invierno con atracciones nuevas en verano, incluyendo parques infantiles y plataformas de observación, en un intento por compensar la posible pérdida de visitantes invernales.

Carver realizó una encuesta entre los turistas y, pese a los cambios ambientales que están reduciendo los niveles de hielo en la zona, el 70% de ellos aseguró que regresaría al lugar incluso si los glaciares no estuvieran allí, y citaron las montañas los paisajes y el senderismo como razones para seguir acudiendo al lugar.

Los centros turísticos de todo el mundo están utilizando estrategias similares y muchos ya dependen de las máquinas que generan nieve artificial. Sin embargo, el uso de la mayoría de estas medidas de conservación y generación de nieve y hielo consume energía y no son precisamente sostenibles.

Máquina de nieve artificial. Foto: Agencias

“Al ritmo que estamos perdiendo los glaciares, no hacer nada no es una opción para estas industrias. Habrá muchas personas afectadas negativamente por el impacto económico de no tener este tipo de turismo”, señaló la investigadora.

“En la investigación fue interesante ver las diferentes soluciones que se dan al problema. La mayoría de los lugares entienden que estas prácticas alternativas no son una solución a largo plazo, pero les están dando tiempo para actuar. La adaptación es clave. Sí, estos lugares fueron diseñados como estaciones de esquí, pero se pueden convertir en otra cosa con un poco de previsión y planificación”, añadió.

La autora cree que los complejos turísticos de nieve deben brindar a los visitantes oportunidades para explorar los entornos montañosos de diferentes maneras, como la introducción de rutas de senderismo, ciclismo de montaña, plataformas de observación y atracciones educativas.

Otras soluciones más innovadoras que aporta el artículo consisten en esquí sobre hierba, ya introducidas en estaciones de la República Checa, donde a menudo solo hay un mes de nieve de calidad en todo el año.

Los inviernos se acortan

En la edad de oro del esquí durante las décadas de 1960 y 1970, la nieve era confiable en el extremo este de los Alpes, concretamente en los Alpes austríacos. Pero desde la década de 2000, es impredecible. El invierno se retira de las montañas.

El cambio climático ya ha hecho cerrar sus puertas y tornos a decenas de estaciones de esquí situadas a bajas altitudes.

La preocupación sobre las temporadas invernales y de esquí se ha instalado en el corazón de los Alpes en Austria y Suiza. Los inviernos son ya de 10 a 30 días más cortos que durante la década de 1960.

Para el 2100, según las previsiones científicas, casi no habrá nieve por debajo de los 1.200 metros, una elevación promedio para los pueblos y valles en los que el esquí es su principal activo. El manto de nieve general en los Alpes disminuirá en un 70 por ciento, según estudios climáticos recientes.

Preservar el turismo y los deportes de invierno en los Alpes más allá de 2100 requiere no solo no superar los 2ºC de calentamiento global, sino también el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París de 1,5ºC. Pero incluso si esta meta se pudiera lograr, se espera que los inviernos en los Alpes sean cada vez más cortos hasta estabilizarse hacia finales de siglo en un clima medio más cálido y con menos superficies de nieve y glaciares.

Esquí sobre hierba, nueva modalidad. Foto: Agencias

Con el futuro de la industria del esquí y del turismo de invierno en juego, un equipo de científicos internacionales, parcialmente financiado por la Unión Europea, ha lanzado el nuevo proyecto de investigación ProSnow. Su objetivo es hacer que las áreas de esquí de los Alpes sean más resistentes a los cambios del clima al predecir con mayor exactitud las nevadas y las temperaturas durante la temporada de nieve.

La polémica de la nieve artificial

Pero la triste verdad para muchas ciudades y áreas de esquí por debajo de los 1.000 metros es que en las próximas décadas la mayor parte de su magia blanca vendrá a través de las las máquinas de fabricación de nieve artificial. Las estaciones de esquí de todo el mundo ya han instalado kilómetros de tuberías, depósitos y bombas para poder producir su propia nieve.

Básicamente, las estaciones de esquí se han convertido en la “agricultura de la nieve”. Antes de que comience la temporada, utilizan los cañones de nieve para hacer grandes montones de nieve en puntos estratégicos de las estaciones; después, las máquinas pisan y alisan las superficies de las pistas.

Organizaciones ecologistas han criticado enormemente esta fabricación debido a su alto consumo de energía y a la alteración de ecosistemas, como la tundra y los arroyos de montaña. También, algunos valles de montaña cuya gestión está orientada hacia la sostenibilidad lo han rechazado a favor de un turismo basado en otras actividades no invasivas, como el trekking, el MTB o el rafting.

50% menos de nieve en España en treinta años

Si, como es probable, se aumenta la temperatura global en grados en 30 años, algunas estaciones españolas no serán viables. Las estaciones de esquí de la Península Ibérica están demostrando ser especialmente vulnerables al aumento de las temperaturas que se registra cada año.

Y es que desde los Pirineos y la Cordillera Cantábrica, pasando por los sistemas Central e Ibérico hasta las sierras del sistema Bético y Penibético, todos los sistemas montañosos ibéricos registran frecuentes anomalías de precipitación en forma de nieve, tanto en lo que se refiere al volumen como por la altitud a la que se registran.

Estación de esquí en Andorra. Foto: Pinterest

Un informe del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático sobre el calentamiento de los Pirineos mostró recientemente cómo en su parte central, la situada a 1.800 metros de altitud, podría perder el 50% de su manto de nieve para el 2050.

Pero en zonas más bajas, la situación podría ser aún más dramática, con una reducción del 78% por debajo de 1.500 metros durante el último cuarto de siglo. Y es que en los Pirineos, la temperatura media ya ha aumentado en 1,2 grados en 50 años, un 30% más que en el resto de sistemas montañosos europeos.

En el caso específico de Sierra Nevada, el calentamiento global y el cambio climático han propiciado que desde el año 2000 el manto de nieve se haya reducido en 5 días. Los expertos climáticos prevén que, a este paso, para el 2050 España pierda la mitad de su nieve, por lo que el impacto en el negocio del esquí es una de las cuestiones que preocupa.

Estudio de referencia: 10.1080 / 00167487.2021.1970926

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Joan Lluís Ferrer

Joan Lluís Ferrer Colomar (Ibiza, 1967) es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Desde 1988 ha ejercido el periodismo en prensa, radio y televisión en Bilbao, Catalunya y Baleares. Especializado en información ambiental, desde 2019 coordina la sección Crisis Climática en los periódicos de Prensa Ibérica. Desde 2020 dirige Verde y Azul, el canal de medio ambiente de Prensa Ibérica y Grupo Zeta.

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