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curruca capirotada

La bonita e inquieta curruca capirotada, aliada del campo

La curruca capirotada (Sylvia atricapilla) es un ave que, como las demás integrantes del género Sylvia (currucas), es pequeña, grácil, de movimientos inquietos y decididos. Se la puede ver moviéndose entre las ramas de los sotobosques y se alimenta fundamentalmente de insectos y frutas. Por ello, como buena insectívora, juega un importante papel en el control de poblaciones de insectos y ayuda a mantener el equilibrio en los ecosistemas.

No puede decirse que sea una especie amenazada. Por fortuna, sus poblaciones no solo son estables, sino que parecen ir al alza en toda Europa. Está repartida por toda España, tanto en la Península como en ambos archipiélagos.

Mide entre 13 y 15 centímetros de longitud. El macho y la hembra presentan plumajes diferentes. El primero es inconfundible. Tiene sus partes superiores de un color pardo grisáceo, con la parte superior de la cabeza y la frente de un negro brillante. La hembra se diferencia del macho sobre todo por la cabeza, cuya parte superior es parda o de un castaño rojizo. El pecho y los flancos son de un tono más pálido.

Cría en toda Europa y en el conjunto de la Península Ibérica, donde se caracteriza por ser una de las aves más abundantes a todos los niveles, si bien en invierno aparecen en mayor número. Ello es así por la llegada de multitud de ejemplares hacia finales de septiembre y en octubre, procedentes de otros puntos de Europa.

Cuatro subespecies en España

La curruca capirotada tiene nueve subespecies, de las cuales en España hay cuatro. Una de ellas es la nominal (S. atricapilla atricapilla), ampliamente extendida, a excepción de espacios deforestados de la submeseta norte, el valle del Ebro y los  páramos ibéricos. Otra subespecies es la S. atricapilla heineken, que se halla en la mitad sur de la Península y las islas Canarias. Por otra parte, la S. atricapilla obscura es endémica de las islas Canarias. Y, finalmente, la S. atricapilla paulucii está en Baleares y en Canarias.

Foto: wikipedia

Esta ave es básicamente forestal. Cría en terrenos arbolados, umbríos y con un denso sotobosque, si bien también puede verse en parques y jardines con abundante vegetación.

Allí veremos a la curruca saltando de copa en copa, de arbusto en arbusto, y moviéndose de forma inquieta, sin parar apenas un momento, de rama en rama.  El mismo comportamiento presentan otras currucas, como la cabecinegra o la mosquitera.

Durante la primavera se alimenta básicamente de insectos coleópteros y dípteros, pero también de orugas y larvas. También es amante de la fruta, pues los pollos son alimentados por sus progenitores con cerezas, higos y otros frutos silvestres. En invierno, por ejemplo, consumen mucha manzana.

Tienen un canto agradable, que empieza con un gorjeo rico y algo desordenado, seguido por una corta serie de silbidos. El estribillo presenta variaciones según las zonas y según los clanes que forman las currucas capirotadas.

La época de celo tiene lugar en otoño e invierno. Para lograr dominar un determinado territorio donde haya hembras, el macho se hace especialmente vistoso, ‘inflando’ totalmente su plumaje y aumentando así su volumen, mientras deja caer las alas, que quedan colgadas como si le pesaran demasiado. Al mismo tiempo, la cola se abre y se cierra.

Nido: el macho dice dónde y la hembra construye

Al acercarse a las hembras, los machos ofrecen un amplio repertorio de trinos. Es la suya, en resumen, toda una coreografía nupcial en la que despliega todas sus armas.

Una vez conseguida pareja, construirá un nido muy sencillo, ligero y con pocos materiales. Suele ser el macho el que elige el lugar colocando simplemente unas pocas hierbas secas, a modo de señal indicativa. Pero, finalmente, será la hembra la que lo construya. Entre ambos, consiguen tenerlo listo en tres o cinco días.

Foto: wikipedia

La curruca capirotada suele poner entre 3 y 5 huevos y crían entre los meses de mayo y julio tras un periodo de incubación de 11 o 14 días.

La población de esta especie es creciente. Se calcula que en Europa hay entre 25 y 49 millones de parejas, mientras que en España podría haber, según los últimos censos, entre 850.000 y 1.500.000 parejas, como población nidificante. Se la considera fuera de peligro y, por tanto, no está incluida en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Fotos: Wikipedia

Ficha de la curruca en el Miteco: https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/inventarios-nacionales/curruca_capirotada_tcm30-100170.pdf

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Joan Lluís Ferrer

Joan Lluís Ferrer Colomar (Ibiza, 1967) es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Desde 1988 ha ejercido el periodismo en prensa, radio y televisión en Bilbao, Catalunya y Baleares. Especializado en información ambiental, desde 2019 coordina la sección Crisis Climática en los periódicos de Prensa Ibérica. Desde 2020 dirige Verde y Azul, el canal de medio ambiente de Prensa Ibérica y Grupo Zeta.

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