Verde y Azul

¿Hacia un verano de seis meses en España?

El verano se está ‘comiendo’ el resto de estaciones del año y los científicos creen que a finales de siglo se puede llegar a un verano de prácticamente seis meses, frente a los tres de la actualidad. Esta tendencia se está ya notando en España, sobre todo en el Mediterráneo, que junto con la meseta tibetana serán los dos lugares del planeta más expuestos al futuro ‘superverano’.

En 2100 hará mucho calor. Tanto que los investigadores ya perfilan un escenario en el que los españoles, ubicados en el hemisferio norte, tengan que enfrentarse a unas temperaturas similares a las que se registran en los veranos actuales pero durante al menos seis meses, en lugar de los tres a los que estamos acostumbrados.

La Tierra se va a convertir en un hervidero debido al calentamiento global y lo primero que se va a perder son las frías temperaturas asociadas al invierno, que progresivamente irán desapareciendo durante el año hasta estar acotadas a menos de dos meses, entre mediados de diciembre y mediados de enero. El verano, o lo que conocemos ahora como tal, se prolongará desde mayo hasta bien entrado octubre.

Así lo afirma un grupo de investigadores que ha publicado su trabajo en Geophysical Research Letters en el que recogen sus conclusiones.

En España es común desde hace al menos una década escuchar cómo en algunas partes del país disfrutan de unas temperaturas inusualmente altas para la época del año o ver en las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) que la próxima estación “será más cálida de lo habitual”.

Para calcular las modificaciones que va a sufrir el hemisferio norte, especialmente en latitudes medias, los científicos definieron el periodo de verano como el inicio de temperaturas un 25% más caliente de lo habitual, mientras que acotaron el invierno al tiempo donde estas fueran un 25% más frías.

El verano ya dura casi 100 días en vez de 78

Utilizando datos climáticos históricos diarios en el periodo comprendido entre 1952 y 2011, los científicos determinaron que el aumento progresivo del verano ya está ocurriendo, así como la lenta desaparición del tiempo invernal.

El verano ya es más largo, pues a mediados del siglo XX duraba 78 días y en estos momentos ya roza los 100 (95 días en 2011). Por su parte, el invierno se ha ido reduciendo, aunque en menor proporción, de 76 a 73 días.

La expansión de las altas temperaturas a lo largo del año también ha provocado la reducción de la primavera y el otoño, que se contrajeron de 124 a 115 días y de 87 a 82 días, respectivamente.

En consecuencia, la primavera y el verano comienzan antes, mientras que el otoño y el invierno se demoran. En este tiempo, según los investigadores, los lugares más afectados en el planeta por este fenómeno han sido el Mediterráneo y la meseta tibetana, que experimentaron los mayores cambios en sus ciclos estacionales.

En este gráfico se muestra, en verde claro, la duración que tendrá el verano hacia el año 2100:

Los investigadores advierten de que, no por ello en 2100 llamaremos “verano” a esos periodos tan cálidos. “Lo hacemos teniendo en cuenta el umbral para determinar a partir de qué temperatura es verano, pero esa concepción puede cambiar”, insiste el físico Juan Jesús González Alemán, que no ha participado en este estudio.

El científico detalla que “el verano del futuro durará el tiempo que se supere ese umbral del futuro”. Pero estas previsiones aún pueden cambiar si se toman medidas para detener el avance del calentamiento global y evitar que el verano ‘se coma’ al resto de estaciones. “El cambio será progresivo y dependerá del escenario de emisiones globales en el que nos encontremos”, indica Gonzalez Alemán.

Los lugares que podrían evitar esta pérdida de las estaciones son las que se encuentran más cerca del ecuador, y por ejemplo, en el subtrópico, como las islas Canarias. “En este archipiélago medir el impacto en las estaciones es más complejo”, indica el físico, pues Canarias suele gozar de temperaturas suaves durante todo el año.

No obstante, ya hay investigadores que han vaticinado que el clima en las islas se volverá más extremo y que las estaciones intermedias -como el otoño o la primavera- tenderán a desaparecer. “Las zonas de interior de la Península sí estarán muy afectadas”, insiste.

Más alergias y mosquitos

¿Pero qué consecuencias tiene la ‘pérdida’ de las estaciones? Además de los largos periodos de bochorno que va a tener que soportar la población española -con sus problemas de salud asociados- , los cambios estacionales también pueden causar estragos en la agricultura, especialmente cuando se formen manantiales falsos o lleguen tormentas de nieve tardías, pues pueden acabar con una o varias plantaciones de un plumazo.

Además, los ciclos reproductivos de las flores se tendrán que adaptar a esta nueva realidad, y con ello, la temporada de crecimiento se alargará, y será más común el desarrollo de alergias durante un periodo de tiempo más largo por la inhalación de polen y, a su vez, los mosquitos portadores de enfermedades se expandirán hacia el norte.

Como ya se ha constatado previamente, los cambios de temperatura afectarán a la dinámica atmosférica derivando en que ocurran fenómenos extremos más a menudo. Olas de calor, incendios forestales, nevadas y ciclones tropicales se convertirán en visitantes habituales en el país.

“Este es un buen punto de partida general para comprender las implicaciones del cambio estacional”, afirma Scott Sheridan, un científico climático de la Universidad Estatal de Kent que no formó parte del nuevo estudio.

Este mismo investigador insiste en que “es difícil conceptualizar un aumento de temperatura promedio de 2 o 5 grados”, pero considera que mostrar las repercusiones del cambio climático como han hecho estos investigadores “probablemente tenga un impacto mucho mayor”, que el que han tenido otros estudios hasta el momento.

Informe de referencia:

https://news.agu.org/press-release/northern-hemisphere-summers-may-last-nearly-half-the-year-by-2100/

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Verónica Pavés

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