Los vuelos de corta distancia son los principales responsables de las emisiones de la aviación en Europa. Es la principal conclusión de una investigación realizada por científicos de la Universidad de Manchester. Por pasiva, eliminar los vuelos europeos de corta distancia (menos de 500 kilómetros) reduciría drásticamente las emisiones de la aviación, que suponen el 6% del total de gases de efecto invernadero. Sería una «buena medida» en la lucha contra el cambio climático, según los investigadores. El Gobierno de España ya estudia suprimir los vuelos cortos para los que haya alternativas por tierra.
La investigación, publicada en la revista ‘Transportation Research’, reveló que la gran cantidad de vuelos existentes entre ciudades situadas a distancias de menos de 300 millas (482,8 kilómetros) y con alternativas de transporte público son “contribuyentes clave de emisiones nocivas”.
El hallazgo, según los investigadores, supone una clara oportunidad para “frenar la contaminación innecesaria en el camino hacia los objetivos de carbono neto cero”.
“Las autoridades de aviación y las aerolíneas tienen la oportunidad de revisar la frecuencia de estas rutas, para reducir las emisiones, optimizar las redes, reducir la congestión y contribuir positivamente a la sostenibilidad ambiental”, apuntó el autor principal de la investigación, Antonio Filippone, del departamento de Ingeniería Mecánica, Aeroespacial y Civil de la Universidad de Manchester.
Los investigadores rastrearon el tráfico aéreo mundial. Luego, integraron los datos del tráfico aéreo con modelos de emisiones de aeronaves para estimar las emisiones de escape del motor de la mayoría de los tipos de aeronaves.
El sistema utilizado permitió conocer las emisiones según el tipo de avión, las rutas, las frecuencias, las altitudes de los vuelos… El equipo se centró en la estimación de las emisiones ambientales en el continente europeo considerando vuelos de corto alcance.
Rutas aéreas extremadamente cortas
Los autores del estudio identificaron vuelos cortos entre varios pares de ciudades dentro del Reino Unido, Francia, Alemania y Polonia, que operan vuelos sobre terreno llano y distancias por debajo de las 200 millas. Las rutas más comunes en los datos analizados incluyeron Bruselas-Amsterdam , Copenhague-Bromma (Estocolmo), Gotemburgo-Bromma (Suecia); Fiumicino (Roma)-Linate (Milán), Madrid-Oporto (Portugal) y un número considerable de rutas nacionales en Polonia, por ejemplo Varsovia-Cracovia.
El cruce de los datos de tráfico aéreo con información geográfica permitió identificar rutas aéreas extremadamente cortas que se operaban en toda Europa antes de que la pandemia de covid-19 prácticamente detuviera el tráfico aéreo.
Tras utilizar métodos de simulación avanzados para estimar las emisiones ‘puerta a puerta’, los científicos consiguieron demostrar que son los viajes más cortos los que generan mayores emisiones. Por ello, destacaron la necesidad de “reevaluar la red aérea europea” cuando exista una alternativa de transporte menos contaminante, como ocurre en la mayor parte de las rutas analizadas.
Al quemar combustible, los vuelos producen gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono (CO2). Estos gases contribuyen al calentamiento global cuando son liberados hacia la atmósfera.
Prohibir los vuelos cortos en España para reducir emisiones
En sintonía con esta preocupación de los científicos por las emisiones de los vuelos de corto alcance, el Gobierno español anunciaba el pasado mes de mayo su intención de prohibir las rutas aéreas con alternativas en tren y tiempos de viaje inferiores a las dos horas y media. La propuesta gubernamental provocó una airada protesta de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA)
El Ejecutivo de Pedro Sánchez incluyó el objetivo de eliminar los vuelos de corta distancia en el informe ‘España 2050’, que recoge la estrategia nacional a treinta años vista. Según los cálculos del Gobierno, eliminar los vuelos de corto alcance permitiría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en 2 millones de toneladas.
Ante la posibilidad de una prohibición o de que se implante una tasa los usuarios de vuelos cortos ALA alertó sobre el impacto “devastador” que tendría cualquiera de esas medidas obre el sector aeronáutico, así como sobre el turismo y, en consecuencia, sobre el empleo y la economía del país.
Eliminar los vuelos de menos de 500 kilómetros o de menos de dos horas y media de tiempo de viaje supondría dejar de volar desde casi cualquier punto de la península a Madrid. Según la ALA, los viajeros de las comunidades periféricas españolas dejarían de volar a otros continentes a través de Madrid, y lo harían desde ciudades como París, Londres, Fráncfort o Roma. El resultado sería que las emisiones se mantendrían y que el hub de Madrid quedaría seriamente tocado.
La aviación provoca el 5,9% de las emisiones mundiales
En 2019 la aviación fue la causante de la emisión de más de 915 millones de toneladas de dióxido de carbono. Esta cifra representa únicamente el 2% del total de emisiones globales. Pero un informe de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA) ha corroborado recientemente una investigación científica que afirma que el impacto climático real de la quema de queroseno en altitud es tres veces superior a lo que se creía, ya que el CO2 representa solo un tercio de las emisiones que provocan las aeronaves. Así, la contribución anual de esta industria al cambio climático ascendería a un 5,9% del total de gases de efecto invernadero.
La AESA corroboraba así un estudio publicado en la revista ‘Atmospheric Environment’, realizado por 21 científicos de centros de investigación y universidades británicas, estadounidenses, alemanas, chinas, noruegas e italianas y titulado ‘La contribución de la aviación mundial al calentamiento climático antropogénico de 2000 a 2018’. Se modifica así completamente el mapa de emisiones de gases de efecto invernadero que la Unión Europea manejaba hasta ahora.
Los investigadores concluyeron que en el complejo conjunto de procesos aeronáuticos que contribuyen a aumentar la temperatura del planeta hay que contar, además de con el CO2, con las emisiones óxidos de nitrógeno y sus derivados, el hollín, los aerosoles de sulfatos y el vapor de agua, así como el impacto de una mayor nubosidad inducida debido a la estelas de condensación.
Espectacular crecimiento de la aviación comercial
Dado que la industria aeronáutica y el tráfico de pasajeros por vía aérea ha registrado un espectacular crecimiento en las últimas décadas –en la Unión Europea el número de usuarios pasó de 360 millones a 1.106 millones en 2018–, la contribución de los aviones a la crisis climática es mucho más importante de lo que se creía.
Más aún si se tiene en cuenta que, entre 1960 y 2018, las emisiones de CO2 del sector de la aviación comercial se han incrementado de 6,8 millones a 1.034 millones de toneladas por año. Además, la aviación emitió en 2017 un 129% más de gases de efecto invernadero que en 1990.
Todos estos datos desean analizados en la COP26 (Conferencia sobre el Cambio Climático), que reunirá del 31 de este mes al 12 de noviembre en Glasgow a más de 30.000 delegados de 197 países con el objetivo de unir al mundo en la lucha contra el calentamiento global.
El encuentro llega en un momento crucial, tras del informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de hace unas semanas, que resaltó que el cambio climático es «generalizado, rápido e intensificado”.
Entre las necesidades que identifica el informe de AESA destaca la de aumentar la eficiencia de las operaciones aéreas. Propone medidas como evitar áreas sobresaturadas de hielo y la formación de estelas de condensación persistentes sobre el espacio aéreo del Atlántico, un área especialmente húmeda.
Estas estelas, sobre climas húmedos, favorecen el crecimiento y la formación de nubes altas –cirros– que aumentan la temperatura del suelo y bloquean la salida de calor de la superficie, contribuyendo al efecto invernadero.
Informe de referencia: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1361920921002777
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Foto principal: pixabay
Más que eliminar, se debería hacer como en Reino Unido, donde precisamente hoy, la compañía Easyjet ha vuelto a marcar un hito en la historia de la aviación. Utilizando en 46 vuelos que salían desde Londres Gatwick, lo que se llama: SAF, «Sustainable Aviation Fuel». Aquí pero de donde procede:
The SAF being supplied is produced from 100% renewable and sustainable waste and residue raw materials, such as used cooking oil and animal fat waste.
Across the flights CO2 emissions will have been reduced by up to 70 tonnes, signalling the industry’s intentions to reduce greenhouse gas emissions on a course to reaching net zero emissions by 2050, according to the airport.
Como podéis ver se puede conseguir reducir las emisiones sin destruirlo miles de empleos y apuntillar una industria que ha quedado muy tocada tras el COVID.
Pero claro, ya sabemos lo bien que nos desgobierna el gobierno de España…