Los expertos señalan que en verano habrá una pérdida de ‘confort climático’, aunque los destinos invernales o de interior pueden verse beneficiados
Los veranos serán sofocantes en el Mediterráneo y en el sur de España, pero primaverales en el norte del país y Europa. La temporada turística ya no se concentrará en los meses que eran tradicionales hasta ahora (julio, agosto y septiembre), sino que permitirá que España pueda disfrutar de tiempo más que agradable en primavera y otoño. Ahora bien, ello será con una pérdida alarmante del denominado confort térmico veraniego, debido a la humedad y a las denominadas ‘noches tropicales’, cuando la temperatura no baja de los 20 grados y resulta difícil conciliar el sueño.
Este es el escenario al que se dirige España y el resto de Europa por el impacto del cambio climático y el consiguiente aumento de las temperatura, según un informe realizado por los geógrafos Jorge Olcina y Juan Javier Miró, del departamento de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante y la Universitat de València, respectivamente.
Según la Organización Meteorológica Mundial, el decenio 2010-2020 ha sido el más cálido de la historia desde que se tienen datos (1850), con un aumento de 1,2 grados de la temperatura media, por lo que ya solo estamos a 0.8 grados del aumento máximo fijado en el Acuerdo de París.
Cambios por meses y por destinos
El estudio analiza cómo el incremento de las temperaturas permitirá ampliar la temporada turística en primavera y otoño, pero genera peor ‘confort climático’ en el centro del verano. El trabajo, publicado en la revista Investigaciones Turísticas de la Universidad de Alicante, explica cómo la subida de las temperaturas nocturnas en las zonas costeras y las diurnas en el interior impactan en el sector turístico.
El análisis muestra cambios en la temperatura y en los patrones estacionales de las lluvias, que inciden en el confort climático, un recurso principal para el turismo. En concreto, se ha detectado un aumento de las temperaturas máximas en verano y al final de la primavera, sobre todo en el interior, junto con un aumento de la frecuencia de ‘noches tropicales’ en la zona costera y un incremento de la temperatura del agua del mar Mediterráneo.
“La actividad turística es uno de los principales motores económicos de la Comunidad Valenciana y se fundamenta en gran medida en las condiciones climáticas idóneas para el recurso ‘sol y playa’, básico en comunidades autónomas como la Valenciana, Andalucía, Canarias, Baleares y Cataluña. En este contexto, el cambio climático afecta a estas condiciones, que pierden parte de su idoneidad típica en verano. Pero, al mismo tiempo, también abre nuevas oportunidades con mejores condiciones climáticas en el centro y norte peninsular y mejora la aptitud para nuevas formas de turismo en el interior, que se ve muy favorecido por la reducción de la temporada fría del año”, destaca Miró.
Como consecuencia de estos factores, “la investigación prevé una fuerte pérdida de confort térmico en verano de cara al año 2100, mientras ocurre lo opuesto para el invierno, ya que en esta estación la tendencia es hacia una mejora. Además, es de esperar un aumento relativo del confort en las áreas montañosas y partes altas de España, no solo en invierno, sino también en otoño y primavera», apunta Olcina.
Medidas a tomar
La rapidez de adaptación del turismo es esencial para mantener la competitividad y su fuerte influencia en la economía regional. Por eso, los autores proponen medidas concretas para hacer frente a la nueva situación que se avecina. Entre ellas figuran: modificar el calendario de “temporada alta” para incluir los meses de junio y septiembre, mejorar el acondicionamiento climático de los establecimientos turísticos, disponer de buenos sistemas de abastecimiento de agua y modificar los protocolos de protección civil y sanidad pública para hacer frente a peligros climáticos como las fuertes lluvias.
La investigación ha estudiado la distribución territorial del confort térmico mediante el análisis de factores climáticos y geográficos, y se ha pronosticado la situación a finales de este siglo en el contexto del actual proceso de calentamiento. Los investigadores han utilizado el Índice de Confort Climático de Mieczkowski (TCI), una herramienta para evaluar la aptitud turística que ofrece un clima en base a sus características.
El clima y el tiempo meteorológico han sido y son factores importantes para una buena parte de los productos turísticos que se ofertan en el país, por lo que cualquier cambio en las condiciones climáticas podría suponer impactos muy significativos en este ámbito. El carácter de esta afectación -positivo o negativo- dependerá, lógicamente, de cada subsector turístico y de las estrategias de adaptación y/o mitigación que se lleven a cabo, según ha destacado el Ministerio para la Transición Ecológica.
La pesadilla de las ‘noches tropicales’
Una noche tropical sería aquella en la que la temperatura mínima es igual o superior a 20 ºC. Si bien en verano es bastante frecuente registrar noches tropicales en muchas zonas de la Península Ibérica y en los dos archipiélagos, el resto del año, sobre todo en otoño y primavera, también se registran algunas, normalmente coincidiendo con la llegada de una masa de aire cálido de procedencia africana. Si echamos un vistazo a los datos climatológicos de los meses de julio y agosto, hay varias capitales de provincia españolas donde la temperatura media de las mínimas supera ese umbral de los 20 grados. Dejando al margen Canarias, en territorio peninsular es Andalucía la comunidad que presenta más noches calurosas en verano. De todas las capitales andaluzas, Almería ocupa el primer lugar del ranking, con una media de las mínimas de 20,8 ºC en julio y de 21,6 en agosto; unos valores prácticamente iguales a los de Melilla, según explica el meteólogo José Miguel Viñas, de Meteored.
Aparte de Andalucía, hay muchas otras zonas del litoral mediterráneo donde es bastante habitual tener noches calurosas en verano. Los datos del observatorio de Valencia, por ejemplo, confirman este hecho, ya que allí tanto en julio como en agosto la media de las mínimas supera los 20 ºC. Concretamente en agosto, el valor medio es de 20,9 ºC. Lo más destacado en las noches de verano valencianas, y por extensión las de muchos otros puntos de la costa mediterránea, es la elevada humedad ambiental, lo que puede llegar a crear sensación de ahogo. El momento más crítico coincide con las 2 horas posteriores a la puesta de sol, justo al inicio de la noche, ya que la brisa llega a detenerse por completo y sin ese ventilador natural no hay forma de eliminar el sudor de nuestra piel, amentando considerablemente la sensación de bochorno.
Las llegadas intensas de aire cálido que afectan algunos veranos a Canarias provocan en ocasiones unos picos de temperatura extraordinarios en algunos sectores del sur de las islas, especialmente de las orientales –Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria–, lo que da lugar a unas temperaturas mínimas extraordinariamente altas, que en algunos casos no han bajado de los 30 ºC.
Lo peor es la falta de lluvias
Aqui no se menciona LA SUBIDA DEL NIVEL DEL MAR.
que será de más de un metro (quizá varios)para el año 2100.
Con todo lo que ello supone.