Ciudades diseñadas para prevenir los escenarios de cambio climático. Zonas verdes, emisiones cero y movilidad sostenible, garantía de abastecimiento de agua y sistemas de drenaje sostenible, protocolos sanitarios adaptados al mayor calor de verano, ahorro de agua y ahorro de energía.
Estas son algunas de la recomendaciones que plantea Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, y presidente de la Asociación Española de Geógrafos para prevenir el previsible aumento de las muertes relacionadas con el cambio climático en Europa y de las que ya hemos tenido buena cuenta, por ejemplo, este julio en países como Alemania con la pérdida de vidas humanas relacionada con las lluvias torrenciales.
Y es que el cambio climático aumentará, por ejemplo, la mortalidad atribuible a las temperaturas en Europa si no se aplican medidas severas de mitigación, según advierte un nuevo trabajo de varias entidades europeas, entre ellas el Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Fundación “La Caixa”.
Según esta investigación, publicada en The Lancet Planetary Health, el descenso en las muertes atribuibles a las temperaturas bajas no compensará el incremento cada vez mayor previsto en la mortalidad asociada al calor.
Para 2030 el número de personas que vivirá en entornos urbanos ascenderá a 5.000 millones y para 2050 a 6.300 millones.
Las ciudades y nuestros propios hogares consumen gran parte de la energía mundial y son responsables, según la ONU, del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
No obstante, también pueden ser la solución para disminuir la temperatura global y nosotros, desde nuestras propias casas, podemos contribuir a reducir los efectos climáticos.
El cambio climático, una evidencia científica
Jorge Olcina subraya que la pandemia ha avisado de forma brusca de la necesidad de cambiar nuestro discurso en la relación del ser humano con su medio, con su territorio. La apuesta por la sostenibilidad es un camino sin vuelta atrás.
Lo que se haga para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en la ciudad debe ser, según el climatólogo, la hoja de ruta que se debe mantener en las próximas décadas.
El cambio climático es una evidencia científica, ya no es una creencia. Tenemos datos científicos que lo avalan: el decenio 2010-20 ha sido el más cálido de la historia reciente, desde 1850, con un aumento 1,2°C ya, por lo que solo quedan 0,8°C de margen según el Acuerdo de París, que busca mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los dos grados por encima de los niveles preindustriales, y perseguir esfuerzos para limitar el aumento a 1.5°C, reconociendo que esto reduciría los riesgos y efectos del cambio climático.
El calentamiento atmosférico está afectando a los tiempos diarios, es decir, a la circulación atmosférica general, hay más gotas frías ahora que antes.
Olcina recuerda que las proyecciones climáticas nos hablan de un clima “menos confortable térmicamente hablando –especialmente en verano–, menos lluvioso en su conjunto, aunque con matices comarcales, y con desarrollo más frecuente de eventos extremos”.
“El calor mata, y lo hará más en el futuro”
El calor genera pérdida de confort térmico y efectos sobre la salud humana. Hace unos años la investigación de los profesores de la UA David Martín y Jorge Olcina demostró la estrecha relación existente entre el aumento de afecciones cerebrovasculares con ocasión de la llegada de aire sahariano a Alicante.
Ahora el estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona resalta la afección que los extremos térmicos van a tener en España, con especial indicación de que el calor va a causar muchas víctimas mortales en las próximas décadas, de manera que la bajada de víctimas por frío no podrá compensar la cifra anual de víctimas por extremos térmicos de nuestro país. Es una consecuencia más de los efectos del calentamiento climático que ya se están manifestando de forma evidente en nuestro territorio desde 2000.
Olcina subraya que hace unos años, aquellos que no creían en el cambio climático manejaban como argumento que las víctimas mortales por frío que se producían anualmente en el mundo superaban ampliamente a los muertos por calor.
Una afirmación retorcida para justificar un argumento negacionista sin base científica ya. Porque cualquier muerte es un drama sea cual sea su causa, y máxime cuando hablamos de efectos de los extremos atmosféricos.
Desde que comenzó este siglo, las estadísticas de las muertes por extremos de temperatura han ido cambiando. Muere anualmente más gente por calor que por frío en el mundo. El año 2003 significó el inicio del cambio de tendencia.
En la UE, donde las olas de frío de los años ochenta o noventa del pasado siglo traían consigo miles de víctimas en cada episodio, los muertos por calor multiplican ya por mucho a los fallecimientos por frío.
Cada año más muertes a causa del calor
Un reciente estudio del Joint Research Center de la Unión Europea sobre el impacto del calor en la salud, muestra como entre 1981 y 2016, murieron por calor 84.071 personas en Europa, mientras que las víctimas mortales por frío fueron 3.980.
Y la previsión de los escenarios de cambio climático indican una tendencia creciente muy preocupante de las víctimas por calor en las próximas décadas, mientras se reducirían al mínimo las víctimas por frío.
Por término medio mueren en Europa 2.700 personas por calor al año. En 2100, sólo con una subida de temperatura de 1,5°C, serán 30.000. Y tal como evolucionan las temperaturas en Europa en los últimos años difícilmente podremos limitar la subida de temperatura a dicho umbral a finales de siglo.
“No es para tomárselo a broma. El calor mata. Y puede hacerlo mucho más en las próximas décadas”, asevera Jorge Olcina.
Climatólogos de toda España, reunidos en una jornada en la Universidad de Alicante para debatir sobre el impacto del cambio climático en las ciudades, ya advirtieron en mayo que la primera medida para mitigar los efectos del calentamiento global es que los Planes de Ordenación Urbana (PGOU) no se prolonguen en el tiempo, y se revisen como mínimo cada 12 años, para actualizarlos y ponerlos al día.
El peligro de las “noches tropicales”
La evolución del cambio climático puede dar lugar a que no se advierta con suficiente anticipación de fenómenos como las “noches tropicales” –la temperatura mínima no baja de los 20 grados con un alto porcentaje de humedad–, que pueden causar graves daños a personas mayores o con afecciones respiratorias.
Geógrafos y climatólogos advierten que los ayuntamientos no son conscientes de los problemas locales que provocará el calentamiento global
Los expertos plantean una reforma de la Ley del Suelo, y la incorporación en las ciudades de infraestructuras para prevenir inundaciones, los temporales en la costa y los incendios en zonas verdes próximas a las urbes, el denominado interfaz forestal.
Otras dotaciones para prevenir el cambio climático son contar con viviendas más luminosas, el aprovechamiento de energía solar y eólica, la movilidad eléctrica y construir avenidas más amplias.
Estudio de referencia (en inglés): https://www.thelancet.com/journals/lanplh/article/PIIS2542-5196(21)00150-9/fulltext
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