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Así es la araña que ha obligado a amputar dos dedos a un turista de Ibiza

El caso del joven turista británico de Ibiza que ha perdido dos dedos de una mano por la picadura de una araña ha disparado todas las alarmas sobre la peligrosidad de ciertos arácnidos no muy conocidos. La especie autora de esta terrible picadura ha sido la Loxosceles rufescens, también conocida como araña reclusa, que se encuentra en el Mediterráneo y que es la única representante de este género que se halla presente en la Península Ibérica.

Las arañas reclusas mediterráneas pertenecen al género Loxosceles. Son pequeñas, de 10 a 15 mm, de color marrón y con un dibujo en forma de violín sobre la parte dorsal del cefalotórax.

La Loxosceles rufescens es la única especie de Loxosceles que se encuentra en la Península Ibérica, ya que es originaria de Sudamérica en cuyo continente existen unas 70 especies de Loxosceles, siendo las más venenosas la Loxosceles laeta y la Loxosceles reclusa.

Las Loxosceles se caracterizan por ser poco agresivas, ya que sólo muerden cuando se las provoca. Son de hábito nocturno y se esconden en sitios oscuros donde esperan a la presa para saltarle encima, ya que hacen poco uso de la tela de araña.

La Loxosceles rufescens no es una araña doméstica. Es una especie que se encuentra en zonas cálidas de la península ibérica, porque necesita una temperatura superior a los 15°C para sobrevivir a la intemperie.

Sin embargo, en algunos ocasiones se ubican en los hogares para encontrar refugio durante los meses fríos de invierno, pudiendo encontrarse en sitios estrechos, como detrás de los cuadros de pared o debajo de los armarios.

El loxocelismo es un emponzoñamiento accidental secundario a la picadura por arañas del género Loxosceles, cuyo veneno actúa localmente desencadenando un proceso inflamatorio intenso que puede llevar a la necrosis.

El quinto caso en España

Según explica el afectado por la picadura, se encontraba disfrutando de una puesta de sol en un reconocido local de la isla cuando se percató del mordisco, aunque no le dio importancia. «Me senté en unos escalones y noté cómo algo me picaba en la mano, pero no creí que fuera nada», relata. Como no le dio importancia, continuó en el local con sus amigos y a la una de la mañana se fueron a dormir. «Me levanté a las cinco de la madrugada porque la mano me ardía y no paraba de hincharse», recuerda.

Tras dos semanas en el hospital, y a pesar de que su plan inicial era permanecer en Ibiza otros dos meses más, volvió a Gales, donde actualmente se encuentra a la espera de que el resto de la mano se cure para someterse a una intervención en la que le amputarán dos dedos de la mano derecha y parte de otro, informa Carmen Pi en Diario de Ibiza.

Según explica el médico Juan Martínez, que atendió al joven, se trata del quinto caso similar del que se tiene constancia en España gracias a los registros en la literatura científica, por lo que no existe un «protocolo específico a seguir» debido a lo «anecdótico de estos casos».

Ejemplar de la araña causante de la picadura. Fuente: Óscar Díaz (macronatura.es)

Martínez explica que los tratamientos que se le aplicaron al paciente iban dirigidos a «mejorar la circulación de la sangre para evitar una sobreinfección», es decir que se extendiera al resto del cuerpo.

El afectado, que visitó primero una clínica privada de Sant Antoni, ingresó en el área de Urgencias del Hospital Can Misses pasadas las 24 horas desde que se produjo la picadura, que sucedió al atardecer mientras veía una puesta de sol junto a unos amigos.

Una vez en Urgencias, y con la mano cada vez más hinchada, la sospecha diagnóstica abarcaba un espectro muy amplio debido a que el joven no podía especificar la morfología de la araña que le había mordido.

«En lugares rocosos y húmedos»

«En función del informe clínico que se hizo, se investigó para conocer la clase de arácnido que podía haber causado dicha mordedura y todo apuntaba a que podía tratarse de la Lexosceles rufescens».

«Se trata de una araña que se encuentra en lugares rocosos y húmedos, como cuevas, por lo que coincidía con la descripción del lugar en el que se encontraba el joven, y encontré un estudio en el que constataban la existencia en Ibiza», destaca.

Durante las dos semanas que estuvo hospitalizado el joven se estableció una vía de «necrosis principal en los dedos índice y corazón, que afectó también a parte del dedo meñique». Según explica Martínez, el tratamiento fue fluctuando e inicialmente mejoró, aunque después se fue estabilizando. «El objetivo era conseguir salvar el resto de la mano y paralizar la necrosis», recuerda.

Estado en que ha quedado la mano del paciente. Foto: Diario de Ibiza

Como el tratamiento iba a ser prolongado, los médicos sugirieron al joven que se trasladara a su casa para continuar en «un entorno familiar». «Le dijimos que lo mejor sería que volviera a su casa con su familia para que se sintiese apoyado a nivel psicológico», explica Martínez.

En la actualidad, el joven continúa con el tratamiento en Gales a la espera de que el resto de la mano se recupere para someterse a una intervención en la que se le amputarán dos dedos, y parte de otro. Según explica el médico, desde el principio se veía que era «poco viable» recuperar el tejido afectado por la necrosis, por lo que el objetivo fue en todo momento «evitar que se extendiera al resto del cuerpo».

Varias picaduras anuales

Guillem Pons, profesor del departamento de Geografía de la Universitat de les Illes Balears especializado en Biogeografía, y que llevó a cabo su tesis doctoral sobre las arañas de Balears, explica que «cada año hay casos de picaduras de esta especie que se complican, ya que es una especie relativamente común en Balears», explica Pons.

Según cuenta, este tipo de arácnidos se encuentran «tanto en ámbitos urbanos como en zonas agrícolas, así como en cuevas, rocas o lugares húmedos». De la familia de los sacáridos, el veneno causa el denominado ‘loxocelismo’.

«Provoca necrosis, ulceraciones y, posteriormente, caída de la piel», indica el profesor, que explica que «son de aspecto pardas, delgadas y de patas largas, pero no muy grandes, y suelen caminar por el suelo y esconderse debajo de las piedras, en entradas de cuevas o en un armario húmero».

«Hace años me llamaron por una señora a la que le había picado en la espalda al ponerse el abrigo», recuerda.

Aunque reconoce que nunca había oído de un caso en el que llegara a haber amputaciones, asegura que todo «depende de cómo reaccione el cuerpo de la persona afectada» ya que «normalmente las picaduras de estas arañas no causan consecuencias tan graves». Sin embargo, este experto apunta que «en Ibiza ha habido más casos graves.

A finales de enero una chica me llamó porque le había picado en el ojo. Por suerte el tratamiento le hizo efecto y está bien», asegura Pons, que explica que este tipo de arañas pueden «incluso causar la muerte si no se trata la infección adecuadamente».

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