Las lluvias registradas entre 2017 y 2020 habían ayudado a cicatrizar las heridas provocadas por las sequías anteriores en las masas forestales de Cataluña. Pero en 2021 las perspectivas son bien diferentes. Está siendo un año complicado: la ausencia de lluvias amenaza a los bosques catalanes.
El proyecto DeBosqCat está cuantificando durante este mes la superficie forestal afectada por la falta de precipitaciones. Los efectos ya son evidentes en zonas del del Empordà, Berguedà, el Bages, el Gironès y la Selva. Los responsables del proyecto de ciencia ciudadana AlertaForestal han pedido a las personas amantes del bosque que envíen fotografías del estado de los bosques catalanes para colaborar en la investigación.
El Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) ha señalado que la primavera y el verano han sido muy secos en toda Cataluña, sobre todo en el extremo nordeste y áreas del litoral y prelitoral central. Esta circunstancia, sumada a la ola de calor muy fuerte registrada en agosto, está afectando gravemente a los bosques.
Este mes, el CREAF ha iniciado la décima temporada del DeBosqCat, la red de seguimiento del estado de salud de los bosques que promueve el Departamento de Acción Climática de la Generalitat de Cataluña, para valorar la magnitud de los efectos de la sequía junto al cuerpo de Agentes Rurales del Gobierno autonómico: calcularán la superficie exacta afectada por sequía y evaluarán su nivel de gravedad una vez pasada la época más seca.
“En algunas comarcas nos han avisado que tienen afectaciones grandes, otras las estamos visitando nosotros mismos y todo hace pensar que esta será una campaña muy intensa en la que registraremos muchas hectáreas afectadas”, apunta Mireia Banqué, experta del CREAF en afectaciones forestales por sequía.
Síntomas de decaimiento de los bosques
Algunas de estas zonas ya han sufrido decaimiento durante el verano, con pérdida de hojas, por ejemplo. Pero si a partir de ahora llueve, se podría amortiguar un poco la situación o incluso evitarla en otros lugares, según los expertos del CREAF, que han comprobado que en las zonas donde hay fuertes anomalías de precipitación es en las que hay más probabilidad de que aparezcan “síntomas del decaimiento del bosque”.
Por eso, con los datos del Servicio Meteorológico de Cataluña (SMC) creen que este año la situación podría ser más grave en el litoral y prelitoral central y norte y parte de la Cataluña central.
Jordi Vayreda, investigador del CREAF, ha lanzado la alerta: “El cambio climático está provocando fenómenos climáticos cada vez más extremos (sequías de larga duración y más intensas, olas de calor…) lo que hace prever que las afectaciones sean cada vez más graves y que afecten incluso los bosques más mediterráneos y mejor adaptados a la sequía”.
“La zona mediterránea tiene especies de árboles acostumbradas a pasar sed en verano y con mecanismos que les permiten resistir más o menos bien. Pero las condiciones de sequías continuadas y de altas temperaturas a las que nos está llevando cada año el cambio climático representan unas exigencias muy fuertes en los árboles. Cuanto más altas son las temperaturas, más agua evaporan los árboles y cada vez hace más calor y llueve de forma más irregular”, añade Vayreda.
«Los ojos del bosque»
Las afectaciones son visibles y fácilmente identificables, así que cualquier persona amante de los bosques puede ayudar a saber dónde se están produciendo estas decaimientos. De ahí que el CRAF haya hecho un llamamiento para que los ciudadanos se conviertan en “los ojos del bosque”, a través de la plataforma de ciencia ciudadana AlertaForestal, que acepta observaciones de cinco tipos de afectaciones forestales: sequía, procesionaria, mariposa del boj, viento y nevada.
Participar es tan sencillo como enviar fotografías de paisaje de bosques afectados por la sequía a través de su web-app o app móvil gratuita para dispositivos Android e iOS. Tanto en la web del proyecto como la propia app, se facilitan unas infografías que ayudan a valorar el grado de afectación.
El CREAF resalta que durante los últimos años se han registrado varios episodios de decaimiento forestal que han afectado a especies muy importantes en Cataluña, como el pino silvestre (Pinus sylvestris), la encina (Quercus ilex) y el pino negro (Pinus uncinata).
Gracias al DeBosCat se puede saber en tiempo real el estado de salud de los bosques catalanes y ver su evolución. “Esta recopilación de información y seguimiento será clave en la previsión y gestión de los efectos del cambio climático en un segmento tan importante y visible del medio natural catalán como son sus bosques”, resalta el CREAF.
Las observaciones realizadas a través de DeBosqCat revelan que desde que comenzó el proyecto, en 2010, ha habido dos episodios de sequía intensa, en 2012 y 2016. En 2012 se registró un récord negativo, con unas 40.000 hectáreas con bosques afectados por sequía. Un 66 % de la afectación correspondió a especies de frondosas (como el roble y la encina) y un 34 %, a especies de coníferas (como el pino silvestre y el pino negro).
Una “tregua” de tres años
Tras una “tregua” de tres años, en 2016 se registró otra sequía severa. Se registraron 30.000 hectáreas afectadas, sobre todo debido a la falta de precipitaciones.
Casi dos tercios de los episodios nuevos de decaimiento forestal provocado por sequía se encontraron en áreas donde ese año llovió menos del 30% de lo que llueve habitualmente, y casi un cuarto, en zonas donde llovió entre un 30 y un 50% de lo que es habitual.
También se observó que unas 9.600 hectáreas afectadas en 2016 ya habían sido afectadas en 2012, de modo que en sólo cuatro años estos bosques recibieron el impacto de dos fuertes sequías.
“Este es un punto clave, ya que no es lo mismo resistir una sequía puntual que tener que resistir frecuentemente. Así, la capacidad de los árboles para recuperarse puede ser muy diferente según la recurrencia de las sequías”, señala el CREAF, centro creado en 1987 y ubicado en el campus de la Universidad de Barcelona.
En cuanto a los últimos años, en 2017 y 2018 hubo una nueva “tregua” y en 2019 un inicio de recuperación de los bosques catalanes y un descenso importante de la afección, tanto en número de episodios como en superficie total.
2020, un año de lluvias excepcionales
La situación mejoró aún más en 2020, un año de lluvias excepcionales, que ayudaron a los bosques catalanes a recuperarse. Después de un invierno y primavera extraordinariamente lluviosos, 2020 supuso la menor superficie afectada por sequía de la serie y tan sólo cuatro nuevas afectaciones testimoniales que sumaron solo 163 hectáreas nuevas de bosque con síntomas de decaimiento. Ese año se dieron por recuperadas unas 10.400 hectáreas.
Los expertos del DeBosqCat han extraído dos conclusiones esenciales durante los años de seguimiento. La primera, que los bosques acostumbrados a tener agua abundante sufren mucho más cuando no la tienen que los bosques que ya crecen con escasez, y que los calores fuera de lo habitual también hacen estragos.
Y la segunda, que las especies de frondosas siempre son las que registran mayor cantidad de superficie afectada, pero a la vez son las que se recuperan mejor. Las coníferas muestran habitualmente menos superficie afectada pero una menor capacidad de recuperación, reveló Pau Guzmán, técnico de Comunicación del CREAF, biólogo ambiental y gestor de recursos naturales y paisajísticos especializado en comunicación científica y ambiental.
Web del CREAF: http://blog.creaf.cat/es/
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