Los expertos advierten de que, incluso si ahora mismo cesaran todas las emisiones de efecto invernadero, sus consecuencias seguirían notándose más allá de 2100. Por ello, en unas jornadas celebradas en Alicante, varios expertos han expuesto qué debe hacerse en España para alcanzar el objetivo de reducir las emisiones en un 55% dentro de diez años.
La humanidad se ha multiplicado por siete en los últimos dos siglos, pasando de 3.000 a 7.000 millones de personas sólo en los últimos sesenta años y se espera llegar a 10.000 millones en el año 2050. Es un desarrollo frenético que ha dejado en el camino la extinción de muchas especies, ha contaminado nuestras aguas, ha deforestado el planeta sobreexplotando sus recursos y ha colapsado la atmósfera con CO2 hasta modificar nuestro clima, con un aumento previsible superior a 2ºC antes de finalizar este siglo. Las altas temperaturas retenidas por el efecto invernadero de estos gases son las responsables de acelerar el deshielo polar, situación que impide la mitigación del calentamiento global y acentúa aún más la emergencia climática, pudiendo elevar el nivel del mar hasta seis metros en el año 2300.
Estas son las conclusiones que de las jornadas ‘Desafío: Transición Ecológica y Emergencia Climática’, organizadas por el PSPV, y que durante un mes se han venido celebrando en Alicante, y que han reunido a científicos y expertos de toda España, entre ellos, Francisco J. Doblas Reyes, director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Centro Nacional de Supercomputación; Antonio Martínez, ingeniero e impulsor de cooperativa de Arroyo Bodonal en Tres Cantos (Madrid); Jorge Olcina, doctor en Geografía y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, o Nuria Oliver, ingeniera de Telecomunicaciones y directora de investigación en Ciencias de Datos en Vodafone.
La gravedad del escenario es de tal magnitud que, en la hipótesis de dejar de emitir globalmente cualquier gas de efecto invernadero, los efectos del calentamiento global nos seguirán acompañando más allá del año 2100. Desde los años 90, el ser humano ha triplicado su consumo energético mundial. Dos tercios de sus emisiones proceden de combustibles fósiles (de los que España emite un 0,7%), un crecimiento que no siempre ha sido acompañado por medidas preventivas ni paliativas globales. Sin embargo, el Green New Deal (conjunto de propuestas políticas) ha planteado un nuevo escenario productivo y económico, digital y no basado en combustibles fósiles como componente nuclear de la transición ecológica, según Francisco Doblas.
Esta nueva revolución industrial obliga a descarbonizar cuanto antes la economía por conciencia y responsabilidad medioambiental, pero también porque nos hace más productivos para afrontar el futuro. Sin ir más lejos, actualmente ya es una realidad la reducción de costes gracias a la eficiencia energética en modelos de movilidad y consumo de energías renovables, ya que la ciencia ha abaratado su producción hasta convertirla en la forma más económica de generar energía para el 85% del planeta, según refleja en documento de conclusiones.
Hacia un Green New Deal español
Para España, que tiene abundancia de sol, mar, viento y además dispone de la mejor infraestructura de fibra óptica del continente, supone situarnos a la cabeza en Europa en cuanto a potencial de crecimiento sostenible, el objetivo de la autosuficiencia energética y la sostenibilidad debería estar a nuestro alcance. Para ello, habría que aumentar un 1,2% las actividades bajas en carbono y disminuir un 0,4% las actividades intensivas en consumo de combustibles fósiles podríamos alcanzar la neutralidad de emisiones en el 2050.
Por otra parte, la regeneración y reforestación natural de los bosques y selvas tropicales y la conservación de su biodiversidad podría mitigar hasta un tercio de emisiones, logrando así no sobrepasar la barrera de los 2ºC de aumento de temperatura, según estos expertos.
Respondiendo a este reto, el Gobierno ha implantado el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 y está en vías de consensuar una nueva Ley del Cambio Climático, que pretende hacer frente a unos 100 con fenómenos climáticos extremos.
Los expertos consideran que la estrategia de este Green New Deal español conseguirá reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero un 55% para el 2030, con el objetivo común de alcanzar las cero emisiones en 2050 gracias a la modernización de nuestro sistema productivo y nuestra actividad económica. Para llegar a tiempo a esta cuarta revolución industrial, es importante ejecutar medidas como esta ley, así como inversiones estratégicas y firmes como las que se proyectan para una recuperación verde. Por ello será de vital importancia el acuerdo que España ha alcanzado con la Comisión Europea, que dota a este país con fondos por valor de 140.000 millones de euros sujetos a criterios sostenibles.
Para cambiar el paradigma de una economía basada en el gasto en importación de energías fósiles, España deberá tratar de retener los 40.000 millones de euros que salen de nuestro país cada año en la compra de estas energías e invertir decididamente en las energías renovables propias. Esta descarbonización del consumo energético tendrá como consecuencia el incremento directo de la competitividad de las empresas españolas, cuyo coste de la energía sería un 20% inferior al de otros países como Alemania.
Este hecho tendrá también especial incidencia en la movilidad desde 2023-2024, cuando se espera que los vehículos eléctricos tengan un precio competitivo por la reducción de sus costes de producción. España debe encontrar su papel frente a la crisis climática como uno de los principales productores de energías alternativas libres de emisiones contaminantes. Un sector junto al digital, que debería situarnos a la vanguardia continental y que en las próximas décadas generarán en nuestro país cientos de miles de empleos con las políticas adecuadas.
El papel de la Inteligencia Artificial
La investidora Nuria Oliver, participante en las jornadas, subrayó que nos encontramos ante la cuarta Revolución Industrial. La trascendencia de la Inteligencia Artificial (IA) en nuestra época es comparable a la irrupción de la electricidad en el siglo XIX, pudiendo implementarse de forma transversal a la práctica totalidad de ámbitos, con múltiples aplicaciones complementarias. “Su disponibilidad o carencia afecta al bienestar, la prosperidad y la igualdad y nos permitirá resolver problemas hasta ahora irresolubles”, afirma.
La estrategia europea de IA tendrá impacto en actividades como la agricultura, mediante la preservación del medio natural y la regeneración de ecosistemas con cultivo sostenibles, así como el turismo, la energía, el transporte o la gestión de ciudades inteligentes. La apuesta por la digitalización contribuirá por sí misma a la reducción de entre un 15% y un 35% de nuestras emisiones y desde 2025 se espera que sea la responsable de un crecimiento del PIB en España de entre el 1,5% y el 2,5%.
Asimismo, las Smart Cities derivadas de la IA permitirán ciudades más seguras, habitables y sostenibles mediante criterios éticos y respetuosos con la privacidad. La monitorización del tráfico, de los residuos o de nuestra contaminación es una necesidad que podemos cubrir con garantías gracias a la tecnología ya disponible. “Todas las ciudades con una población superior a 50.000 habitantes deberán implantar una Zona de Bajas Emisiones en sus centros urbanos en el año 2023. Por ello poder disponer de previsiones de picos de contaminación, entre otros muchos servicios, representa una ventaja y una oportunidad para revitalizar el empleo y la economía a través de inversiones sostenibles”, apunta Gonzalo Sáez de Miera.
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