Licenciado en Farmacia y doctor ingeniero agrónomo por la Universidad de Murcia, es especialista en sostenibilidad. Ha centrado su trabajo reciente en el vertido de microplásticos al mar a través de las depuradoras de aguas urbanas residuales.
-¿Qué papel juegan las depuradoras en la llegada de partículas al mar?
-El estudio de microplásticos en agua residual y fangos de depuradoras de la Región de Murcia, nuestro proyecto con Hidrogea, el Centro Tecnológico de la Energía y Medio Ambiente (Cetenma) y la Fundación Séneca, muestra un porcentaje medio de reducción de microplásticos en el agua depurada muy dependiente de la tecnología de depuración empleada, que varía entre el 90% y el 96%. Aunque es difícil extrapolar, son resultados muy similares a los obtenidos en otros estudios realizados en Finlandia, Escocia, Suecia o Australia. Hemos observado que el tipo de tratamiento del agua empleado en cada una de ellas influye en la salida de microplásticos al medio. En cualquier caso, debemos pensar que las depuradoras no fueron concebidas para frenar este nuevo contaminante, por lo que hay que buscar tecnologías que los eliminen satisfactoriamente.
Un estudio calcula que desde que se inventó este material se han fabricado 8.300 millones de toneladas en todo el mundo
-¿Cómo pasan de su forma comercial a partículas?
-La radiación solar, el agua o la degradación química los convierte en microplásticos secundarios. El proceso de degradación y fragmentación es muy variado, dependiendo del polímero plástico de que se trate y de los aditivos que se hayan podido añadir.
-¿Qué efectos tiene en organismos y ecosistemas?
-Se habla de su daño físico al ser ingerido por seres vivos, además de producirles una sensación de saciedad que podría causar muerte por inanición. En cualquier caso, parece que lo más importante, desde el punto de vista toxicológico, serían los aditivos empleados en su fabricación (antioxidantes, colorantes, retardantes de llama) y la capacidad que puedan tener estos microplásticos de transportar otros contaminantes presentes en el agua, tanto orgánicos como inorgánicos. Hay pocos estudios en humanos. Se han detectado microplásticos en alimentos, en agua de abastecimiento y en muestras de aire, por lo que la exposición a través de la dieta y del aire inhalado es totalmente factible. Ya hay trabajos realizados en heces humanas. En seres vivos se ha observado que pueden ejercer daño físico por abrasión, bloqueo del tracto digestivo, menos actividad reproductiva e incluso muerte por malnutrición. Poco se sabe con respecto a los riesgos para la salud humana de los microplásticos, y lo que se sabe está rodeado de incertidumbre. Hoy no hay evidencia de un riesgo generalizado para la salud humana.
Hacer un comentario