Los olivares bien gestionados terminan convirtiéndose en una explosión de biodiversidad que no solo beneficia al ecosistema, sino también a la propia explotación olivarera. Así se está demostrando en todas las experiencias que se llevan a cabo en España para potenciar el papel del olivar como ‘regenerador’ ecológico. Una sola finca de Jaén, dedicada a este cultivo, reúne a 114 especies de aves diferentes.
La Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) ha presentado este miércoles la Guía de Aves de Cortijo Guadiana, en la que documenta hasta 114 especies de aves de distintos ambientes tras siete años de trabajos de seguimiento científico en las casi 1.800 hectáreas de olivar, monte y ribera en la finca Cortijo Guadiana, en la provincia de Jaén.
La guía, elaborada en colaboración con la empresa productora de aceite, Aove Castillo de Canena, ha servido para demostrar el «sorprendente» potencial del olivar para albergar tantas especies, ya que esta cifra representa más del 85 por ciento de las especies que conviven en el Parque Nacional de Guadarrama, o más del 60 por ciento de todas las especies de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas.
Concretamente, la finca cuenta con un considerable número de especies reproductoras que instalan sus nidos en las ramas de los olivos, como es el caso de verderones, verdecillos y jilgueros; de mochuelos, abubillas y carboneros; o de perdices, chotacabras, buitrones y cogujadas.
Además, durante el otoño, en el olivar aparecen especies de aves migratorias como los mosquiteros, alcaudones, papamoscas y currucas. También aparecen las primeras aves invernantes, como la curruca capirotada, el petirrojo, el estornino pinto y el zorzal, la lavandera blanca o el bisbita común. El gavilán o diferentes aves rapaces acuden también a los olivares, asegura SEO/BirdLife.
Igualmente, en el olivar conviven diferentes especies relacionadas con la vegetación fluvial, como los zarceros, las tarabillas, las oropéndolas o los autillos; otras de mayor tamaño como el cormorán grande, la garcilla bueyera, la garza real o el azulón, u otras que buscan cobijo en los cortijos o en otras construcciones. Además de contar con varias especies amenazadas, como alzacola rojizo, el alcaudón real y la tórtola europea.
Además de esta biodiversidad, la empresa colaboradora ha destacado que la presencia de estas aves hacen que la materia prima (aceituna) tenga una mayor calidad ambiental. Según AOVE, esta aceituna «resulta ser un excelente alimento, sano y nutritivo, libre de residuos tóxicos».
La directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz, ha subrayado que la guía «es un extraordinario ejemplo de que es posible, rentable y necesario, desarrollar alianzas y acuerdos con agricultores y empresarios.
«Trabajar para conseguir olivares más vivos es avanzar por conseguir mejores aceites, más sanos, más sabrosos, más sostenibles, tejiendo una red que vincula productores orgullosos de su labor en pro de un entorno más saludable, consumidores más satisfechos y más aves», ha dicho.
Programa ‘Olivares Vivos’
De hecho, hace aún pocos meses se divulgaron los resultados del programa ‘Olivares vivos’, en el que ha participado la Universidad de Jaén y el CSIC bajo la coordinación de SEO/BirdLife. El programa ha demostrado que otro modelo de olivicultura es posible.
Los primeros resultados confirman una recuperación de especies y un aumento muy significativo de la abundancia de flora y fauna en apenas tres años. Además, es rentable: no disminuye la productividad, supone un ahorro en fertilizantes y fitosanitarios y proporciona un valor añadido a sus producciones.
Tras tres años de medidas agroambientales en los olivares que en 2016 iniciaron la reconversión a Olivares Vivos, se han recopilado 339.288 registros de flora y fauna, 83.446 registros más que en el muestreo realizado antes de las actuaciones (un 30% más).
El número de especies de aves, hormigas, abejas y plantas se ha incrementado entre un 7% y un 12%, y su abundancia aumentó en un 40% respecto a los olivares control. Las perspectivas son aún mejores: a medio plazo, todavía podrían recuperarse un 35% adicional de flora y fauna silvestre.
Estas cifras dan una idea del «extraordinario impacto en la conservación de la biodiversidad que tendría la extensión y popularización de este nuevo modelo de olivicultura», según los responsables del estudio.
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