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Edificios de madera: ¿Solución para combatir el cambio climático?

Regreso al pasado. La madera se posiciona como el material de construcción más adecuado para combatir el cambio climático. Ayuda a reducir la huella de carbono del sector de la construcción y las emisiones de carbono a lo largo de todo el ciclo de vida del parque inmobiliario. Los edificios de madera pueden reducir en un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en comparación con los convencionales con estructuras de acero y hormigón. La Comisión Europea CE apuesta por los que denomina ‘edificios de consumo de energía casi nulo’ (EECN); por supuesto, de madera.

Las autoridades comunitarias resaltan que los esfuerzos para combatir el cambio climático tienen que acometerse por todos los sectores. Por ejemplo, el sector de la construcción es responsable de aproximadamente el 8% de las emisiones mundiales de C02. ¿Puede un cambio en los materiales de construcción ayudar a reducir las emisiones nocivas? Todos los informes revelan que sí. Y que la madera es la respuesta.

Las políticas de la Unión Europea (UE) y de sus Estados miembros ya están ayudando a redoblar los esfuerzos para combatir el cambio climático al favorecer la construcción en madera. En el proyecto NERO, financiado con fondos europeos, se recopilaron e identificaron las mejores prácticas y soluciones técnicas que reducen de manera significativa los costes de los EECN de madera durante las cuatro estaciones.

Edificio de apartamentos The Treet, en Bergen (Noruega), diseñado por ARTEC AS. Foto: David Valldeby

El proyecto NERO se desarrolla en los países nórdicos, donde hay recursos masivos de madera y larga experiencia en la construcción con este material. Pero buena parte de sus concusiones podrían ser aplicables a otros países, como España, en especial en las zonas de montaña.

La madera, sumidero de carbono

En especial porque a partir de este año todos los edificios de nueva construcción en España deben tener un consumo de energía primaria (aquella parte de energía que se toma de la naturaleza, a partir de la cual se fabrica la energía final).

“El uso cada vez mayor de productos de madera en edificios proporciona un material ligero, duradero, circular y más local para estructuras y armazones que, además, funciona como un sumidero de carbono a largo plazo”, comenta Tero Hasu, coordinador del proyecto NERO.

El equipo del proyecto recopiló datos de los costes de construcción, la ejecución y el consumo de energía de las emisiones de carbono de diecisiete edificios de demostración, de los cuales once ya estaban terminados y otros seis se planificaron y completaron principalmente durante el proyecto.

Se realizaron análisis del ciclo de vida (ACV) sobre los EECN y se analizó su impacto ambiental. La información se empleó para comparar soluciones técnicas (por ejemplo, estructuras y sistemas de envolvente) entre los edificios para identificar las áreas de reducción potencial de emisiones y energía incorporadas.

Casa de huéspedes Casey Key, en Florida (Estados Unidos), diseñada por Sweet Sparkman Architects. Foto: sweetsparkman.com

En un estudio de caso en Växjö (Suecia), donde los edificios públicos de madera han sido una prioridad, el equipo de NERO llevó el diseño de edificios plurifamiliares un paso más allá. Los resultados del proyecto revelaron que los EECN suecos podrían reducir entre un 30% y un 40% el consumo de energía durante su ciclo de vida.

Conclusión: los edificios de madera tienen un uso de energía primaria en la etapa de producción significativamente menor y una huella de carbono también menor que los edificios convencionales.

Madera laminada, el hormigón del futuro

Otro estudio realizado en Trondheim (Noruega) reveló que sustituir el hormigón por madera laminada cruzada en elementos estructurales logra una reducción del 30% en la emisión de GEI. “La tendencia para el futuro más cercano es clara. Al menos en los países nórdicos, un número cada vez mayor de las estructuras principales de los edificios nuevos serán de madera”, apunta Hasu.

Los expertos confían en que, a largo plazo, la prefabricación y la industrialización de la producción, junto con un proceso eficaz en las fábricas y el equilibrio existente entre la oferta y la demanda a través de mayor absorción por el mercado, proporcionarán aún mayores reducciones de emisiones. Creen que la madera laminada podría ser “el hormigón del futuro”. Y que ayudará a alcanzar los objetivos del ‘Pacto Verde’.

The Smile, en Londres, estructura habitable diseñada por Alison Brooks Architects. Foto: alisonbrooksarchitects.com

Las ventajas de reducir la cantidad de hormigón quedaron patentes en el proyecto NERO, a través de cual se han construido en madera laminada edificios de viviendas, escuelas modulares, jardines de infancia, inmuebles para servicios administrativos…

Es solo el principio: en la actualidad menos del 10% de los edificios europeos están construidos en madera. Y la UE multiplicar ese porcentaje por ocho en 2040.

El trabajo fin de máster titulado “Edificios altos de madera laminada”, del año 2014, del que es autora la arquitecta Roxanna Lake Guerrero, detalla las ventajas de la madera laminada sobre otros materiales para la construcción de grandes edificios.

Entre sus conclusiones, con respecto al balance ecológico en la edificación, destaca que la madera muestra un comportamiento “mucho más favorable frente al hormigón armado y el acero, no solo por el hecho de que conlleva menor gasto de energía en la fabricación de los elementos, sino también porque almacena mucho más CO2”.

Comprobado: mejor que el acero y el hormigón armado

Acero: “Como material derivado del hierro altera el campo magnético natural del terreno, por lo tanto se considera inestable con la naturaleza. Conlleva un coste elevado de extracción y proceso de fabricación, al igual que un gran coste energético por su transformación. (…) Su inestabilidad en contacto con el medio ambiente hace necesario un continuo mantenimiento ya que este material se oxida. Como consideración positiva medioambiental es que es un material reciclable”.

Hormigón armado: “Se trata de un conjunto de materias primas que se unen para conformarlo, parte de las cuales se encuentran en la naturaleza y otras son fabricadas. Con la mezcla de todos ellos se obtiene un material totalmente artificial por lo cual se considera con escasas calidades bióticas. En su proceso de fabricación, las extracciones de la materia prima, ocasiona daños irreparables a la naturaleza. (…) Requiere un mantenimiento leve contra la corrosión. Una vez finalizado su tiempo de vida, este material se debe desechar, no es reciclable, lo que ocasiona muchos desperdicios y consume mucha energía en su eliminación”.

Madera laminada: “Como su origen es natural, con un control de gestión forestal sostenible, su proceso de extracción no perjudica al medio ambiente. Posee características bióticas excepcionales: Resistente, elástica, ligera, poca conductividad, buen aislamiento acústico y térmico, permeable a las radiaciones terrestres. Su proceso de fabricación tiene un coste energético insignificante ya que no necesita transformaciones químicas. Es de fácil montaje al ser ligera. Requiere mantenimiento rutinario. Es reciclable 100%”.

Edificio Stadthaus, diseñado por Waugh Thistleton Architects. Foto: Will Pryce

Informe de referencia: https://cordis.europa.eu/project/id/754177/reporting/es

Tesina de Roxanna Lake Guerrero (Universidad Politécnica de Valencia): https://riunet.upv.es/bitstream/handle/10251/49403/Memoria.pdf

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Ramón Díaz

Ramón Díaz Alonso (Llanes, Asturias; 1962). Trabaja desde 1990 en La Nueva España, primero como corresponsal en la comarca oriental de Asturias, después como responsable de la edición del oriente de Asturias y desde 2017 en la sección de Asturias, especializado en información política, de infraestructuras y ambiental. Colabora desde enero de 2021 con Verde y Azul, el canal de medio ambiente de Prensa Ibérica y Grupo Zeta. Es coautor de varias publicaciones de la Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo (ASPET).

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