Verde y Azul

Desarrollan una técnica para filtrar microplásticos en las depuradoras

Verano de 1987. Juan sorbe un helado ‘Flash’ en la playa de Los Locos de Torrevieja (Alicante) y tira el envase al suelo, a la arena. Vuela, cae en el agua y de alguna forma se hunde. Veinticinco años después un doctorando de la Universidad de Alicante separa los seis kilos de basura marina que un pesquero de Santa Pola ha recogido en sus redes de arrastre. «El plástico estaba intacto. Se veía la marca, el sabor y la fecha de caducidad: diciembre de 1989», concluyeron los investigadores. Esta escena se repite todos los días en todo el planeta.

Botellas, envases de comida, botes de pintura, bolsas… el 37,12% de la basura acumulada en el fondo marino del Golfo de Alicante, un rectángulo entre Alicante y Cabo de Palos (Murcia), que entra 60 kilómetros mar adentro, está compuesto por este material indigerible por el medio ambiente. Es una concentración superior a la del resto de regiones marinas del litoral mediterráneo español, cuya basura sumergida es plástico en un 29,3% de media.

La basura de plástico invade cada vez más lugares naturales y urbanos. Foto: Información

Se trata de asura que llega de los vertidos directos y desde las plantas depuradoras. Científicos franceses han desarrollado un proceso electrolítico capaz de filtrar microplásticos en aguas residuales y evitar así que vayan a parar al medio ambiente, incluido el mar.

Estas pequeñas partículas de menos de cinco milímetros pueden provenir de nuestra ropa, normalmente en forma de microfibras. El profesor del Institut National de la Recherche Scientifique (INRS) Patrick Drogui, quien dirigió el estudio, señala que actualmente no existen métodos de degradación establecidos para manejar este contaminante durante el tratamiento de aguas residuales por parte de las depuradoras. Algunas técnicas ya existen, pero a menudo implican la separación física como medio para filtrar los contaminantes. Estas tecnologías no las degradan, lo que requiere un trabajo adicional para gestionar las partículas separadas.

Por lo tanto, el equipo de investigación decidió degradar las partículas mediante oxidación electrolítica, un proceso que no requiere la adición de productos químicos. «Utilizando electrodos generamos radicales hidroxilo para atacar a los microplásticos. Este proceso es respetuoso con el medio ambiente porque los descompone en CO2 y moléculas de agua, que no son tóxicas para el ecosistema», explica el investigador en un comunicado. Los electrodos utilizados en este proceso son más caros que los electrodos de hierro o acero, que se degradan con el tiempo, pero se pueden reutilizar durante varios años.

Las depuradoras no son capaces de retener adecuadamente los microplásticos. Foto: Información

El profesor Drogui prevé el uso de esta tecnología a la salida de las lavanderías comerciales, una fuente potencial de liberación de microplásticos al medio ambiente. «Cuando esta agua de lavandería comercial llega a la planta de tratamiento de aguas residuales, se mezcla con grandes cantidades de agua, los contaminantes se diluyen y son más difíciles de degradar. A la inversa, al actuar en la fuente, es decir, en la lavandería, la concentración de los microplásticos es más elevada (por litro de agua), por lo que son más accesibles para la degradación electrolítica», explica el especialista en electrotecnología y tratamiento de aguas.

Las pruebas de laboratorio realizadas en agua contaminada artificialmente con poliestireno mostraron una eficiencia de degradación del 89%. El equipo planea pasar a experimentos con agua real. «El agua real contiene otros materiales que pueden afectar el proceso de degradación, como carbonatos y fosfatos, que pueden atrapar radicales y reducir el rendimiento del proceso de oxidación», dice el profesor Drogui, director científico del Laboratorio de Electrotecnologías Ambientales y Procesos Oxidativos (LEEPO).

Si la tecnología demuestra su efectividad en agua de lavandería comercial real, el grupo de investigación tiene la intención de realizar un estudio para determinar el costo del tratamiento y la adaptación de la tecnología para tratar mayores cantidades de aguas residuales. Dentro de unos años, la tecnología podría implementarse en instalaciones de lavandería.

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