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La ‘España vaciada’ se subleva contra las macrogranjas de cerdos

En numerosos pueblos y pequeñas localidades de Castilla-La Mancha, Castilla y León, pero también de Andalucía y otras autonomías no dejan de surgir movimientos ciudadanos contrarios a la instalación de macrogranjas de cerdos. La lista de proyectos es cada vez más larga y el patrón de quejas siempre es el mismo: protestas por los efectos ambientales que pueden tener los purines, malos olores en los alrededores, perjuicios a las actividades turísticas y otras molestias que menoscaban la calidad de vida del vecindario. Los promotores, en cambio, alegan que estas industrias crean puestos de trabajo y dan salida a la demanda de productos porcinos.

El 5 de junio, Día Internacional del Medio Ambiente, se concentraban en la plaza del pequeño pueblo de Añe (Segovia) cientos de vecinos, llegados también de las localidades cercanas de Bernardos, Armuña, Migueláñez y Domingo García, para protestar contra la proliferación de instalaciones de macrogranjas de cerdos, un tipo de explotaciones animales que se ha multiplicado en los últimos años en la llamada España vaciada.

Los pueblos de la Campiña Segoviana denuncian que “no es lógico que Segovia tenga 1.220.000 cerdos en una provincia en la que solo viven 150.000 personas, ni que España se haya convertido en la pocilga de Europa”.

Según las cifras oficiales, en España se cría ya el 20% de la cabaña porcina del Viejo Continente y se mata un millón de cerdos a la semana. Nuestro país es el mayor exportador de cerdos a China y en nuestras fronteras hay más de 86.000 explotaciones porcinas, de las que más del 80% son intensivas o industriales.

Las grandes granjas están además acabando con las pequeñas explotaciones familiares, pues entre 2008 y 2016 cerraron en la Península más de 12.000 pequeñas explotaciones porcinas, mientras se multiplican las de gran tamaño y orientación industrial.

Mientras Dinamarca y Holanda prohíben estas granjas intensivas de porcino, “en España es normal que 6.000 cerdos vivan apelotonados en 4.500 metros cuadrados, cebados en pocos meses hasta superar los cien kilos de peso, sobreviviendo unos sobre otros, sin espacio para moverse, saturados de antibióticos para evitar las recurrentes infecciones que un entorno así provoca a los animales”, según afirma Juan Santos Yanguas, portavoz de los vecinos de Añe.

España emplea 402 miligramos de antibióticos por cada kilo de carne producido, cuatro veces más que Alemania y casi seis veces más que Francia, según un informe publicado por la Agencia Europea del Medicamento.

España es el único país europeo cuyos niveles de emisión de amoniaco y de otros gases contaminantes aumentan en la UE, incumpliendo el compromiso del Acuerdo de París, en parte debido a estas plantas intensivas porcinas y en parte debido a algunas fábricas, agregan tanto los vecinos como la concejala de Añe Lorena Gómez.

Esta es “una situación que tiende irremediablemente a empeorar si no se da a conocer a la opinión pública que solo en Castilla y León se habían abierto, según datos de 2020, 156 plantas en los últimos cinco años y había 85 proyectos en estudio”, afirman.

En el acto informativo celebrado en el Día Internacional del Medio Ambiente, organizado en la plaza de Añe, tanto los organizadores como varios concejales y alcaldes de las localidades aledañas pusieron de manifiesto que estos “pueblos se juegan mucho, porque forman parte de una comarca, Los Arenales, en la que ya hay una alta concentración de nitratos en el agua (según el informe de 2016 del Ministerio de Agricultura llamado Balance del nitrógeno en la agricultura española), y de amoniaco y metano en el aire”.

Protesta en la localidad de Añe (Segovia) contra un proyecto de macrogranja

“Es el agua de todos, el aire de todos, nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos. Cuantos más seamos, más fácil será conseguir nuestros razonables objetivos. 6.000 segovianos, el 4% de la población, no pueden beber el agua corriente de sus casas”, afirmaon.

La pequeña localidad, con menos de cien habitantes censados, situada en el Camino de Santiago en su vertiente desde Madrid, es hogar de cigüeñas, de milanos, de águilas reales e imperiales, de buitres, de búhos reales, de corzos, de hurones, jabalíes y de lobos.

Muchas especies protegidas que, junto a su soto de fresnos, cuyos más ilustres ejemplares superan los quinientos años de edad, fueron argumentos de peso para que se desestimara la construcción del Pantano de Bernardos a principios del siglo XXI, un proyecto que amenazaba con anegar con sus aguas el pueblo.

También en Cuenca

Sin embargo, este no es un problema exclusivo de esta zona de Segovia. En toda España surgen conflictos derivados de la implantación de grandes empresas de ganadería industrial. Así sucede en Cuenca, donde los empresarios de agroturismos y otras explotaciones destinadas al ocio temen que los malos olores y otros impactos mermen atractivo a los parajes que visitan miles de turistas al año.

La asociación Pueblos Vivos de Cuenca, de la que forman parte movimientos vecinales de la provincia, ha iniciado una campaña de recaudación de fondos para sufragar los gastos de la defensa legal para evitar la instalación de una macrogranja porcina en la localidad de Cardenete, un pueblo de menos de 500 habitantes situado en el Valle del Cabriel, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco.

El colectivo conquense afirma que el proyecto de ganadería intensiva podría producir, junto a la macrogranja ya existente en el municipio, un total de 15.700 cerdos para cebo y 58.000 lechones al año.

Manifestación en Cuenca en 2019

Del mismo modo, han explicado que las dos macrogranjas podrían generar una cantidad ingente de purín, principalmente excrementos, equivalente a 15 piscinas olímpicas al año; y necesitarían hasta 164 hectáreas de tierra, aproximadamente el tamaño de 230 campos de fútbol, para esparcir los desechos generados por los animales.

También han advertido que la contaminación por nitratos de las masas de agua subterráneas podría afectar directamente al abastecimiento del municipio de Cardenete, pudiéndose poner en riesgo el abastecimiento de otras poblaciones que dependen de la misma masa de agua.

Esta nueva explotación de ganadería intensiva se localizaría dentro de la Reserva de la Biosfera Valle del Cabriel, a poco más de un kilómetro del río homónimo, considerado como uno de los más limpios de Europa.

Además, la macrogranja ocuparía buena parte de la Zona de Especial Protección de Aves del valle, la de «Hoces del Cabriel, Guadazón y Ojos de Moya». En ella se pueden encontrar importantes poblaciones de águilas, búhos y halcones, según informa El Periódico de Castilla-La Mancha.

Los defensores de las macrogranjas: más puestos de trabajo

Los defensores de la macrogranja prevista en Zarzuela (Cuenca), como es el caso del propio alcalde, Alicio Triguero, sostienen que “en un pueblo de 192 habitantes, si vene una empresa que ofrece 15 puestos de trabajo directos y otros 60 indirectos, ya podemos imaginar el revulsivo que puede ser para este pueblo”, ha afirmado en declaraciones a RTVE. Triguero añade que, tras haber examinado personalmente el proyecto, las instalaciones “serán como una oficina, un hotel para los animales”, por lo que descarta las críticas sobre la falta de bienestar animal en este tipo de instalaciones.

“Podemos convivir personas, animales y naturaleza”, señala el alcalde de esta localidad conquense.

También la empresa promotora afirma que no hay nada que temer: “Será una de las granjas porcinas más modernas de España. Incorpora las tecnologías más avanzadas para minimizar el impacto ambiental y garantizar tanto el bienestar de los animales como la máxima calidad del producto», según un comunicado.

Cerdos en una macrogranja. Foto: Agencias

Balsa de Ves, otro pueblo afectado

La misma situación se vive en la pequeña localidad de Balsa de Ves, un pequeño pueblo de Albacete, de 135 habitantes. Todos ellos viven junto a una planta que cría 60.000 cerdos al año que hacen que la contaminación, los malos olores y el impacto ecológico sean su pan de cada día.

La granja ha hecho que su calidad de vida baje drásticamente. Paco, uno de los vecinos del pueblo se muestra tajante al respecto, «los purines de la granja van a bancales fuera de su cerco y ahí echan todos los residuos. El olor es insoportable», afirma. Además, «el tránsito de los camiones ha hecho que los caminos estén destrozados», dice haciendo referencia a toda la actividad de transporte que conlleva este tipo de instalaciones.

Para rematar la situación, se instaló una planta de biogás junto a la factoría (un sistema de energía renovable que aprovecha los excrementos de animales para generar electricidad), que no hizo sino intensificar el problema.

Los vecinos aseguran que en a esa planta llegan residuos de toda España, en cantidades ingentes, convirtiendo la zona en una gran estercolero.

Se trata, en definitiva, de un debate abierto sobre los límites de un modelo de ganadería que, si bien da salida a las necesidades de alimentación de la población, causa cada vez más problemas en el campo español.

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Joan Lluís Ferrer

Joan Lluís Ferrer Colomar (Ibiza, 1967) es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Desde 1988 ha ejercido el periodismo en prensa, radio y televisión en Bilbao, Catalunya y Baleares. Especializado en información ambiental, desde 2019 coordina la sección Crisis Climática en los periódicos de Prensa Ibérica. Desde 2020 dirige Verde y Azul, el canal de medio ambiente de Prensa Ibérica y Grupo Zeta.

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