Alerta ambiental. ‘Islas de calor’ o ‘noches tropicales’ son conceptos que hasta hace poco se asociaba a zonas del Caribe o al África tropical, pero el calentamiento se está globalizando. Un informe de la Agencia Estatal de Meteorología alerta la pérdida de confort climático en las ciudades españolas, en las que 32 millones de habitantes sufren ya los rigores de los cambios del clima.
Un informe de la Agencia Estatal de Meteorología sobre los efectos que empieza a tener el cambio climático en el confort de los ciudadanos españoles revela que, de los 58 observatorios analizados, en 37 se registran desde 2011 temperaturas medias anuales que son un 20% más cálidas desde que se tienen datos, en concreto desde 1960. Según este análisis y tras analizar los datos concretos de Murcia, Madrid y Teruel, con años muy cálidos entre 2011 y 2018, se concluye que 32 millones de españoles ya se están viendo afectados por el cambio climático, con una acumulación de años muy calurosos en la última década, alargamiento de los veranos y aumento de la noches ‘tropicales’.
Se trata de una pérdida continuada de lo que el climatólogo Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, denomina «pérdida del confort climático» en las ciudades, un fenómeno que se da en toda España, pero especialmente en el sur y en la franja mediterránea. Es un impacto provocado por la alta humedad relativa del aire, con noches marcadas por el bochorno, olas de calor y lluvias torrenciales de corta intensidad, pero desvastadoras. Estas precipitaciones, además, descargan a menudo sobre zonas inundables hoy ocupadas por urbanizaciones, debido al intenso proceso urbanizador que ha sufrido España en los últimos treinta años.
La temperatura del Mediterráneo aumenta a razón de 0,34º por década desde principios de los años 80. Así lo demuestran los datos de evolución diaria del Mediterráneo desde 1982 hasta 2018 proporcionados por el CEAM (Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo).
Un Mediterráneo cada vez más cálido repercute en sus regiones costeras, donde aumenta el número de noches ‘tropicales’, que son aquellas en las que la temperatura mínima supera o iguala los 20º. Esto es lo que se infiere al comparar el número medio de días con temperaturas mínimas iguales o superiores a 20º del periodo 1971-2000 con las de 1981-2010. En la región mediterránea (especialmente en la fachada oriental y archipiélago balear) se amplía notablemente el área, con más de 60 noches tropicales, según el balance de la Agencia Estatal de Meteorología.
El fenómeno ‘isla de calor’ se define como una anomalía térmica positiva en el centro de las ciudades en comparación con la periferia. Provoca un plus térmico nocturno que eleva las temperaturas mínimas, de forma especialmente relevante durante las olas de calor, afectando al confort y con efectos negativos para la salud, en particular para aquellos grupos de riesgo que viven en grandes urbes. Debido al cambio climático creciente, el efecto de la ‘isla de calor’ se ve amplificado, como puede comprobarse al analizar, por ejemplo, la evolución de noches cálidas en Madrid, que pasan de ser de menos de diez entre 1971-2000 a más de veinte entre 1981-2010.
Las grandes ciudades y la costa mediterránea son entornos especialmente vulnerables al cambio climático. El aumento del número de noches tropicales en Alicante (atribuidas a la retroalimentación del calentamiento mediterráneo) y el mencionado en Madrid (retroalimentación del ‘efecto isla’ de calor) son claros ejemplos de esta casuística.
Más calor, más muertes
El número de fallecimientos en España por los golpes de calor o la excesiva exposición al sol se han disparado
Los fenómenos derivados de la transformación del clima inciden también sobre la salud, como se aprecia con el aumento de la frecuencia de las olas de calor y de frío. Al observar su evolución temporal, si bien los episodios fríos disminuyen, las olas de calor tienden a concentrarse en los últimos años, con cada vez mayor duración. Este hecho es particularmente relevante, ya que existe una elevada correlación entre temperaturas máximas y mortalidad. A partir de un determinado umbral de temperatura máxima, las muertes aumentan de forma notable.
Según datos del Ministerio de Sanidad, entre 2006 y 2017 fallecieron 83 personas por golpe de calor, pero entre 2004 y 2016, los fallecidos por exposición al calor excesivo ya fueron 446 personas.
Pese al negacionismo que aún mantienen algunos sectores sociales respecto al cambio climático y entre la lentitud de los políticos a la hora adoptar medidas, lo cierto es que los veranos van a ser cada vez menos confortables, menos atractivos, y menos seguros. De ahí que muchos expertos aconsejen a los ayuntamientos incorporar en sus normativas urbanísticas medidas para hacer las ciudades más confortables desde el punto de vista climático.
ACOSTARSE SIEMPRE A LA MISMA HORA Y METER LAS SÁBANAS EN LA NEVERA
La Generalitat Valenciana publicó el pasado verano un manual con consejos para combatir las olas de calor que amargan los veranos. Es importante acostumbrarse a ir a la cama a la misma hora todos los días, ya que así se establece una rutina y se impone un horario al cuerpo. Del mismo modo, también se recomienda levantarse a diario a la misma hora. Mantener también la habitación a oscuras lo máximo posible y bajar las persianas en las horas de mayor calor (pero dejando alguna rendija abierta) ayuda a conciliar el sueño. Se aconseja no beber café antes de dormir y, a la hora de la ducha, emplear agua tibia, porque la fría reactiva el organismo y aumenta el gasto energético, lo que hace sentir más calor. Hay que evitar las comidas pesadas y calientes: es preferible elegir alimentos hidratantes, básicamente fruta y verdura. Otra forma de ayudar a conciliar el sueño es meter las sábanas en la nevera en una bolsa de plástico y sacarlas una hora antes de ir a la cama. Hay que evitar el ejercicio antes de acostarse, pues la noche no es la mejor hora para ello, ya que de esta manera se liberan endorfinas que pueden dificultar el descanso.
EN UNA CIUDAD ARBOLADA LA SENSACIÓN TÉRMICA BAJA HASTA 5 GRADOS
José Romeu, ingeniero agrónomo y presidente de la Asociación Española de Paisajistas, advierte de la necesidad de hacer mucho más sostenibles las ciudades incorporando zonas verdes.Considera a Oviedo y Vitoria como las ciudades más equilibradas de España y asegura que la sensación térmica de una calle con árboles puede ser de cinco grados menos en pleno verano. «El arbolado y, en general, las zonas verdes de una ciudad deben de ser tratadas como si de una infraestructura urbana se tratara, como se hace con el saneamiento y las redes de suministro». Romeu asegura que «la vegetación mejora la salud y el bienestar de las personas, actúa de manera directa en la calidad del aire que respiramos como sumidero de CO2, disminuye la contaminación por polvo atmosférico, capta y retiene el agua de lluvia y regula el clima urbano». Romeu subraya que «es importante que las administraciones públicas cuenten en sus plantillas con profesionales cualificados, como pueden ser los paisajistas. Cuanta más vegetación tenga una ciudad menos incidencia tendrá el efecto isla de calor. «Es urgente renaturalizar nuestras ciudades», destaca.
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