Verde y Azul

Greta Thunberg, la adolescente que se rebela contra el apocalipsis climático

Nominada al Nobel de la Paz 2019 y diagnosticada con el síndrome de Asperger, la estudiante sueca de 16 años planta cara a los poderes fácticos y lidera la movilización mundial para combatir los desastres ecológicos

La gran heroína de la lucha mundial contra los estragos del cambio climático es una adolescente sueca de 16 años llamada Greta Thunberg. Diagnosticada con el síndrome de Asperger, su coraje y tenacidad la han convertido en una figura mundial en solo seis meses colocándose al frente de una movilización juvenil global para combatir las catástrofes ecológicas. Pelea por su futuro: por el futuro de todos. Su mensaje es dramático: “Nuestra casa está en llamas”. Y si no combatimos el incendio como es debido, su generación y las generaciones que vengan heredarán cenizas y ruinas. Su voz no clama en el desierto: invitada a estar presente en el Foro Económico Mundial de Davos y en la Conferencia sobre Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas, les cantó las cuarenta a la Unión Europea y está nominada al Nobel de la Paz 2019.

Su mensaje en Davos fue electrizante. Recordó a los poderosos dirigentes allí presentes que faltan solo doce años para que el cambio climático sea inevitable. Y arrojó al suelo los paños calientes: “No quiero que tengáis esperanzas, quiero que entréis en pánico. Quiero que sintáis el miedo que siento todos los días y luego quiero que actuéis”.

Greta Thunberg no es políticamente correcta porque el mundo no puede perder el tiempo con posturas correctas y prudentes. Necesita rebeldes con causa, no derrotistas a fuego lento. Las llamas no hablan el lenguaje de Versalles. Desde el principio puso en marcha medidas urgentes, como la huelga escolar que lideró con su chubasquero amarillo y su pancarta de cartón. Un 20 de agosto se plantó en el centro de Estocolmo a falta de 20 días para las elecciones generales en Suecia. Frente a la fachada del Riksdag, el Parlamento sueco, lanzó un grito silencioso que se escucha en todo el mundo. Y repitió la escena. Hasta siete horas sentada. Cada viernes. Miles de jóvenes aceptaron su mensaje desesperado y su perfil de Instagram reclutó a más de un millón de seguidores. Y creciendo. Aparentemente frágil y vulnerable, sus primeros gestos no calaron entre sus compañeros.

Inútiles fueron los intentos de minimizarla por quienes se vieron amenazados por sus iniciativas. ¿Una jovencita con diagnóstico de Asperger intentando ser una especie de Juana de Arco contra el apocalipsis ecológico? Mesianismo más propio de una youtuber enfática e inofensiva, pensaron. Y Greta les puso en su sitio: “Ustedes dicen amar a sus hijos sobre todas las cosas, y les están robando el futuro delante de sus ojos”, sentenció. Y les mandó una lista de objetivos irrenunciables: guerra al consumismo feroz, batalla continua contra las emisiones de gases contaminantes, terminar con la desaparición de especies animales y vegetales, priorizar las medidas para detener el calentamiento global sobre las políticas de crecimiento económico puro e inmaduro.

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