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Tóxicos a la moda: 7 sustancias nocivas comunes en la ropa

LOS QUÍMICOS PRESENTES EN LA ROPA, MUCHOS DE ELLOS CANCERÍGENOS, SON ABSORBIDOS POR LA PIEL O INHALADOS, CON GRAVES EFECTOS PARA LA SALUD

La industria textil es la segunda más contaminante del planeta, solo por detrás de la extracción de petróleo, según la ONU. Su contribución a la degradación del medio ambiente se aceleró de forma descontrolada desde la generalización del ‘fast fashion’, el concepto moderno de fabricar ropa masiva, basado en el ‘usar y tirar’ que impulsan las grandes marcas.

Sin embargo, la ropa no solo es un gran agente contaminador del planeta, sino que perjudica directamente a quien la viste, a través de su composición química, a menudo tóxica, y que le otorga propiedades generalmente prescindibles. En este reportaje se exponen siete agentes diferentes muy presentes en las prendas que pueden adquirirse en cualquier tienda o cadena conocida.

Tubos químicos
Foto: Shutterstocks

El formaldehído es un químico muy empleado como apresto para la ropa, es decir, para evitar que las prendas se arruguen. Además de la industria textil, está muy presente en los cosméticos, los productos de higiene o los domésticos y, por su acción antimicrobiana, también tiene aplicación industrial o en el sector sanitario.

Sin embargo, es una de las causas más comunes de dermatitis de contacto alérgica, por cierto, cronificada en el tiempo, debido a la dificultad para evitar el formaldehído a causa de su extendida distribución a lo largo de los años.

Tóxicos en la ropa premamá

«Este es un agente que no está unido a las fibras, está depositado encima de la ropa. Entonces, cuando sudamos, cuando llevamos la ropa, por fricción este formaldehído puede pasar [a la piel]. Como se sabe, han puesto un límite a este compuesto», explica Joaquim Rovira, investigador del Laboratorio de Toxicología y Salud Medioambiental de la Universitat Rovira i Virgili, centrado ahora en el estudio Early Clothes sobre tóxicos en la ropa premamá e infantil.

«En los resultados preliminares, la mayoría de la ropa de premamá y de recién nacido contenían valores más altos a los permitidos», explica. El formaldehído puede desprenderse de la ropa y volatilizarse, de manera que puede ser respirado.

«Imagínate una bufanda que llevamos en contacto con la nariz. Lo estamos inhalando, y el formaldehído es un conocido cancerígeno», apunta Rovira.

Por otro lado, los metales pesados son otros materiales asiduos en el vestuario. Uno de ellos es el antimonio, un metaloide empleado en la fabricación de prendas de poliéster, la fibra sintética con la que se confecciona ya el 60% de la ropa, según Greenpeace. Es también el material principal de las camisetas técnicas y deportivas.

«El antimonio se utiliza como un catalizador para fabricar las tiras de plástico. Se puede desprender de la ropa y puede ser absorbido por la piel», apunta Rovira, que sostiene, en base a resultados preliminares, que la piel puede absorber entre el 20% y el 30% del antimonio al contacto con los textiles. El trióxido de antimonio está catalogado por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) como probable cancerígeno.

Pantalones Jeans de colores
Foto: Agencias

Además de sus efectos perjudiciales para la salud, es uno de los grandes enemigos del medioambiente, debido a las emisiones contaminantes que produce durante su fabricación y los residuos que deja, antes y después de estar en uso. «Una sola prenda libera hasta un  millón de fibras microplásticas en un solo lavado», alerta el informe ‘Destino cero’ de Greenpeace, que considera este material como el «talón de Aquiles de la moda rápida».

Otra propiedad muy buscada en la industrial textil debido a su gran aceptación entre los consumidores es la capacidad de neutralizar el mal olor. Para ello se usan nanopartículas de plata y micropartículas de óxido de titanio. Son agentes antibacterianos que ‘matan’ las bacterias».

Daños en la microflora autóctona

«Lo que huele mal no es nuestro sudor, es el crecimiento de microorganismos en un tejido empapado con nuestro sudor. Si estas nanopartículas migran sobre nuestra piel pueden dañar nuestra microflora autóctona y dejar despoblada nuestra piel para que vengan otros microorganismos, que sí que son patógenos, que pueden provocar infecciones», continúa el investigador. Algunos plastificantes son disruptores endocrinos y hormonales

Por otro lado, en los outfits más comunes se pueden encontrar plastificantes, esto es, sustancias agregadas a las prendas sintéticas para hacerlas más suaves y flexibles. «Muchos de ellos son disruptores endocrinos, que interfieren en nuestro sistema hormonal. Estos aditivos del plástico pueden migrar sobre la piel, ser absorbidos y entrar en nuestro cuerpo», advierte Joaquim Rovira.

Otra sustancia química peligrosa habitual son los retardantes de llama, útiles para evitar la combustión de la prenda, pero perniciosos para la salud. «Muchos son cancerígenos, no se degradan. Con el tiempo, se van acumulando en nuestros cuerpos, provocando infinidad de potenciales enfermedades». De hecho, Greenpeace los incluye entre sus once sustancias tóxicas a eliminar del vestuario, concretamente los bromados y clorados.

La séptima sustancia química, entre las identificadas en el Laboratorio de Toxicología y Salud Medioambiental de la Universitat de Rovira i Virgili, son los perfluorados o PFC, compuestos con propiedades impermeables y antiadherentes que evitan la desagradable mancha de aceite y repelen el agua. «Se está viendo que se acumulan en el cuerpo y que provocan en el feto y la gestante que nazcan niños con bajo peso, con problemas en el riñón…». Un estudio publicado en la revista Human Reproduction los relaciona con dificultad de las mujeres para quedarse embarazadas.

¿Imprescindibles?

¿Es 100% necesario que una camiseta de deporte neutralice el mal olor? Probablemente no, pero sí es vital que unas sábanas de un hospital de quemados tengan propiedades antibacterianas. Por ello, según Rovira, la reflexión sobre las múltiples propiedades ganadas a la ropa no consiste en si son prescindibles o no, sino si son adecuadas al uso de la prenda.

Un tratamiento de nanopartículas de plata puede marcar la diferencia para un paciente con heridas abiertas ante el riesgo de infección, pero si la intención es salir a correr, una camiseta de algodón es más que suficiente.

Foto: Agencias

«Es la situación absurda a la que hemos llegado como sociedad. Pon aditivos, pon cosas para tener unas propiedades que a lo mejor no son imprescindibles para nuestro uso, para las personas especializadas sí, pero para un ciudadano de a pie pues igual no tanto», opina Joaquim Rovira, preocupado por la cantidad de prendas analizadas con presencia de compuestos peligrosos por encima de los límites legislados. «Una vez expuesto a un cancerígeno es comprar lotería. Vas comprando tickets y no sabes si te va a tocar o no», advierte.


Gestos sencillos para vestir saludable

Lavar la ropa antes de estrenarla ayuda a que se desprendan tóxicos.

Es importante lavar la ropa antes de estrenarla. Así se eliminan compuestos tóxicos como el formaldehído, que prácticamente desaparece cuando entra en contacto con el agua. Eso sí, los investigadores están centrados ahora en averiguar qué concentraciones de este químico permanecen después del lavado. Los tóxicos presentes en la ropa son una razón más para hacer una compra responsable y sostenible, evitando la adquisición compulsiva de prendas a golpe de tendencia y optando por artículos de mejor calidad, quizás algo más caros, pero que durarán más.

El algodón, las fibras naturales, los colores pálidos, blancos… siempre son las opciones más sanas. Y, por supuesto, hacer una búsqueda sobre las marcas de ropa sostenible y con conciencia ambiental que fabrican sin productos contaminantes para el medioambiente y dañinos para la salud humana.


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Ana I. Montañez

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