Los bosques de algas, las praderas submarinas, las marismas, las ciénagas y los manglares son vitales para la vida en la Tierra. Y están en peligro. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha presentado un informe en el que lanza la voz de alarma: estos ecosistemas, llamados de ‘carbono azul’, son una de las principales barreras contra el cambio climático, porque absorben gran cantidad de carbono, mejoran la calidad del agua, protegen a las comunidades costeras del aumento del nivel del mar y les proporcionan medios de vida. Pero las actividades humanas están degradándolos a escala mundial: el planeta ha perdido la mitad de los manglares del mundo desde 1940; una cuarta parte de las marismas desde el siglo XIX; y la mitad de los pastos marinos desde 1990.
El informe, titulado ‘UNESCO Marine World Heritage – Custodians of the Globe’s Blue Carbon Assets’ (Patrimonio Mundial Marino de la UNESCO – Custodios de los activos de carbono azul del planeta), advierte de que la destrucción de los bosques de algas, los pastos marinos, las ciénagas y los manglares provoca la liberación de miles de millones de toneladas de CO2 y otros gases de efecto invernadero.
Los expertos estiman que anualmente se liberan hasta 1.000 millones de toneladas de dióxido de carbono de los ecosistemas costeros degradados, lo que equivale al 19% de las emisiones de la deforestación tropical a nivel mundial. Y es que un bosque de manglares puede almacenar hasta 10 veces más carbono que un bosque terrestre de la misma extensión.
Además, en estos ecosistemas las condiciones de bajo oxígeno en el suelo submarino pueden retener el carbono “desde siglos hasta milenios», resalta Emily Pidgeon, directora senior de iniciativas marinas estratégicas de Conservación Internacional. Los ecosistemas de carbono azul son, por tanto, uno de los mayores depósitos de carbono provenientes de la atmósfera y el océano y, por lo tanto, son fundamentales para ralentizar el calentamiento global.
Los científicos, de hecho, los llaman “secuestradores” de carbono. Entre los más importantes figuran las praderas marinas de posidonia de Ibiza y Formentera, que se cuentan entre los organismos vivos más antiguos del planeta y que forman parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Este conjunto único de ecosistemas marinos se está viendo severamente afectado por la contaminación, la basura plástica y el cambio climático, según el informe de la UNESCO. “Debido a que almacenan tanto carbono, los ecosistemas de carbono azul se convierten en fuentes de emisiones de CO2 cuando se degradan o destruyen”, destaca el profesor Carlos M. Duarte, uno de los autores del informe.
Así que la protección y la restauración de estos ecosistemas suponen “una oportunidad única para mitigar el cambio climático”, añade.
La UNESCO indica que el ser humano ha vivido hasta ahora de espaldas a los ecosistemas de carbono azul. Por ello, pese a su papel ecológico fundamental, han recibido mucha menos atención que otros ecosistemas más carismáticos, como los arrecifes de coral, con los que suelen estar asociados.
De ahí que estén infrarrepresentados en las áreas marinas protegidas, apunta el informe. Y de ahí también que hayan sufrido graves deterioros: aproximadamente la mitad de la extensión histórica de los hábitats de sedimentos blandos con vegetación se ha perdido, en parte por la conversión a otros usos, lo que afecta directamente a los manglares y ciénagas e indirectamente a las praderas de pastos marinos, a través del deterioro de la calidad del agua. La eutrofización (sobreabundancia de nutrientes debido a actividades humanas), la sobrepesca y el cambio climático también han provocado importantes pérdidas de pastos marinos en todo el mundo, alerta la UNESCO.
El consejo de los científicos es actuar ya para conservar los ecosistemas de carbono azul, porque de esta manera se protegerán las grandes reservas de carbono que han acumulado durante milenios y, a medida que se restauren, recuperarán su función como sumideros de carbono y ayudarán a mitigar el calentamiento global.
Pero los beneficios de los ecosistemas de carbono azul, sobre todo de las praderas submarinas, van mucho más allá, porque también ayudan a mejorar la calidad del agua, atrapando sedimentos y absorbiendo y procesando nutrientes. Así, ayudan a mejorar las condiciones de los ecosistemas adyacentes, incluidos los arrecifes de coral, también en peligro por el cambio climático.
Aún más: estos ecosistemas son auténticos criaderos de peces y proveedores de alimentos, sustentando las redes tróficas costeras y la pesca. Según los expertos de la UNESCO, juegan además un papel global significativo en la protección de las costas y la adaptación al cambio climático, y ayudan a reducir la energía de las olas costeras, reduciendo la erosión y los impactos de las tormentas y otros eventos extremos. Además, elevan el fondo marino, atrapando sedimentos y otras partículas con sus sistemas de raíces.
Financiar con ‘créditos de carbono’
La UNESCO propone financiar la conservación de estas riquezas naturales a partir de oportunidades emergentes en los mercados de carbono azul. Los países obtendrían ‘créditos de carbono’ por demostrar los beneficios de la restauración y conservación de los ecosistemas dañados.
Según el organismo internacional, estas estrategias de carbono azul pueden restaurar servicios ecosistémicos vitales y ayudar de manera crucial a las naciones a cumplir sus compromisos en el marco del Acuerdo Climático de París. Ocurre que hasta ahora muy pocos países han incorporado estrategias de carbono azul en sus políticas de mitigación del cambio climático.
A pesar de formar parte de la Red Natura 2000, muchos de estos hábitats marinos se están perdiendo, a un ritmo cuatro veces superior al de la desaparición de los bosques terrestres. Los principales ecosistemas de carbono azul en peligro son:
Manglares
Se están perdiendo a una tasa del 2 por ciento anual. Los expertos estiman que las emisiones de carbono por la deforestación de los manglares representan hasta el 10% de las emisiones de la deforestación a nivel mundial, a pesar de cubrir solo el 0,7% de la cobertura de la tierra.
Marismas de marea
Se están perdiendo a una tasa de 1% o 2%. Cubren aproximadamente 140 millones de hectáreas de la superficie de la Tierra. Se encuentran a lo largo de ríos, costas y estuarios que se inundan y se drenan por el movimiento de las mareas. Han perdido más del 50 por ciento de su cobertura global histórica.
Praderas submarinas
La posidonia es el principal ejemplo. Cubren menos del 0,2 por ciento del suelo oceánico, pero almacenan alrededor del 10 por ciento del carbono enterrado en los océanos cada año. Los pastos marinos se están perdiendo a una tasa del 1,5 por ciento por año y han perdido aproximadamente el 30 por ciento de la cobertura global histórica.
Informe de la UNESCO (en inglés):
https://whc.unesco.org/en/blue-carbon-report
Artículo de referencia: https://es.unesco.org/news/nuevo-estudio-demuestra-papel-crucial-sitios-marinos-del-patrimonio-mundial-lucha-cambio
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