Científicos del Imedea-CSIC descubren más de 20 especies de insectos y crustáceos en el interior de los bancos de posidonia muerta de las playas. Estas acumulaciones son fundamentales para retener la arena frente a los temporales
Las hojas secas de posidonia acaban formando grandes amontonamientos en la orilla de las playas. Aunque a menudo algunos sectores las consideran una molestia para los turistas, lo cierto es que forman un sistema imprescindible para retener la arena de la playa frente a los embates de los temporales marinos. Sin esos montones de ‘algas’ muertas (aunque no son tales, pues son plantas marinas), las playas de arena no existirían. Ahora, además, un grupo de científicos ha descubierto que estos depósitos son, por sí mismos, auténticos ecosistemas que albergan numerosas especies.
Un equipo de investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea-CSIC) ha descubierto que las acumulaciones de Posidonia oceanica, la planta marina más importante del Mediterráneo, albergan decenas de especies de invertebrados, como insectos y pequeños crustáceos, entre otros. El trabajo, centrado en tres playas arenosas de Mallorca durante un año y publicado en la revista Food Webs, se enmarca en una investigación que desvela el papel que cumplen estos depósitos.
Al desprenderse de la planta, las hojas y otros filamentos vegetales de Posidonia llegan a la orilla de las playas por la acción del viento y las corrientes marinas, formando grandes acumulaciones de materia orgánica. Para los científicos, estos depósitos, denominados arribazones, son clave por considerarse ecotonos, es decir, ecosistemas de transición entre hábitats distintos donde existen importantes intercambios de materia y energía y donde interaccionan diversos procesos ecológicos dando lugar a comunidades de especies propias.
El trabajo señala que, como mínimo, una veintena de especies animales de hasta cuatro grupos tróficos diferentes habita en las playas arenosas de la isla de Mallorca. “Los arribazones cumplen funciones importantes en los ecosistemas costeros. Entre ellos, retienen la arena de las playas y sirven como fuente de nutrientes para la vegetación de los sistemas dunares. Aunque no son desconocidos por los bañistas ni por los habitantes de los pueblos costeros mediterráneos, su papel ecológico ha sido poco estudiado y, durante años, la fauna que habita en ellos ha pasado desapercibida”, explica uno de los autores del estudio, el investigador del CSIC Rafel Beltran, que trabaja en el IMEDEA (UIB-CSIC).
No es suciedad, sino un refugio
“Por una parte, queríamos determinar la diversidad de la fauna que habita en los arribazones y que acude a ellos para alimentarse o buscar refugio y, por otra, comprender cómo los cambios estacionales y espaciales condicionan la estructura de estas comunidades”, indica el investigador del CSIC.
Según los científicos, el número de especies de animales es probablemente mucho mayor a 20. Esta fauna, compuesta por especies tanto marinas como terrestres, está formada por insectos, colémbolos, anélidos, isópodos y ácaros, entre otros. Quizás los habitantes más conocidos son las pulgas de playa (Talitrus saltator), unos crustáceos habituales en las zonas intermareales de las costas mediterráneas. “Estos no son, ni mucho menos, los más abundantes”, destaca Beltran.
Aparte de la diversidad de macrofauna que habita en estos depósitos de Posidonia, los investigadores también han hallado diferencias importantes en la estructura de las comunidades entre estaciones del año. “Encontramos, por ejemplo, que los colémbolos son los habitantes más abundantes en estos arribazones, contribuyendo en más de un 75% a la estructura de las comunidades, especialmente en los meses cálidos”, apunta el científico.
Según los autores de este trabajo, eliminar de forma artificial estos arribazones tiene un impacto directo en la biodiversidad de los ecosistemas costeros. “Creemos que entender bien cómo funcionan estos ecosistemas nos ayudará a planificar mejor la gestión de nuestra costa y a poder desarrollar actuaciones más precisas y con el mínimo impacto ecosistémico posible”, concluye Beltran.
La posidonia, un bosque submarino
Las praderas de posidonia de las que provienen estas arribazones juegan un papel de primer orden para la biodiversidad submarina. Es una planta fanerógama marina endémica del Mediterráneo. Tal y como destacan otros científicos, como el oceanógrafo Carlos Duarte, su capacidad para capturar carbono es mucho mayor que la del propio bosque del Amazonas. Además de ello, constituyen el hogar de numerosas especies marinas y ayudan a mantener la buena calidad de las aguas. A pesar de ello, la Posidonia oceanica está amenazada por los vertidos de aguas fecales y por los anclajes de yates.
En España, destaca la extensión de praderas de posidonia existente entre las islas de Ibiza y Formentera. Estas praderas fueron declaradas en 1999 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y el Gobierno balear aprobó recientemente un decreto para aumentar el control sobre los fondeos de yates que tienen lugar sobre estos enclaves y que los dañan considerablemente.
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